Capitulo 59

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Australia

/Sidney/

Adara

Estando en esta habitación se me es imposible ver la luz del día. No sé que día es hoy y no sé que hora es desde que me trajeron. No me han sacado de este edificio, me tienen encerrada y cada que me llevan a las otras habitaciones me atan de nuevo a la camilla para seguir explorando mi sistema. Y digo explorando porque es totalmente desconocido para ellos, es algo nuevo y no tienen ni la más mínima idea de lo que tienen que hacer, y evidentemente las consecuencias caen en mí.

Desde una de las esquinas de la habitación observo como la puerta se abre, por ella entran dos enfermeros que se acercan con un carrito de comida. Colocan frente a la cama una mesa y una silla de plástico invitándome a comer.

—Debe alimentarse señorita— señalan el plato lleno de comida y los observo sobre mis rodillas cuando las pego a mi pecho, abrazándome a ellas.

—No lo haga más difícil, si se opone tendremos que decirle al señor Evans y él no tiene consideraciones con usted.

Desvío la mirada al suelo y recargo mi frente en mis brazos escondiendo las lágrimas que corren por mis mejillas. Siento como los dos se acercan y me levantan sin dificultad para después sentarme en la silla.

—Coma— pide uno y me da la cuchara que meto en la sopa para probar el viscoso líquido que me provoca asco.

—Está horrible— hago una mueca y dejo la cuchara para beber el agua.

—Es lo que dieron para usted.

—Prefiero morirme de hambre antes de comer esta porquería.

—Sigues de pie.

Rogelio entra a la habitación y los enfermeros me miran con lástima retrocediendo cuando el director se para frente a mí.

—Por lo visto nada ni nadie te quita lo terca.

No le contesto, solo lo desafío con la mirada mientras este se enoja estrellando las manos en la mesa.

—Más vale que comas Adara— ordena con los dientes apretados.

—No lo haré.

Endereza la espalda y camina hasta mi lado jalando mi cabello provocando que alce mi rostro. Respira cerca de mí como toro enfurecido y agarra el plato de la sopa pegándolo a mis labios de mal modo. Me mancha medio rostro y todo se escurre por mi cuello haciéndome toser cuando me obliga a tomarme la sopa.

—¡Sueltame!

—¡Eres una perra rabiosa!— escupe.
—Tienes bien merecido lo que Siria hizo.

—¡Tú no sabes nada!— trato de zafarme de su agarre pero lo intensifica causando dolor en mi cuero cabelludo.

—Créeme Adara, sé muchas cosas de ti, sé la larga lista de muertes que tienes, todos los robos que has cometido, Siria se encargó de completar tu información.

Sigue hablando y tomo el tenedor de la fruta sin que se de cuenta, se lo encajo en el brazo y se queja furioso soltandome una bofetada que me tira al piso.

Me mira desde arriba y hace una mueca de asco.

—Escúchame bien— se me viene encima y jadeo cuando me toma de la mandíbula con fuerza.

—Eres una asquerosa rata de laboratorio, eso nunca se te olvide— suelta las palabras con amargura y mis lágrimas bajan a consecuencia.—Naciste siendo una rata, y morirás siéndolo.

Me echa en cara mi origen y siento otra apuñalada al reafirmar que Siria se encargó de informarle absolutamente todo sobre mí desde que se enteró que era una Atesh.

Hermoso Caos (#1. Bilogía Atracciones Peligrosas)Where stories live. Discover now