Capitulo 39

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Francia

/Paris/

Adara

Me encontraba acostaba boca arriba en la cama mirando fijamente el techo. Tenía aproximadamente unos veinte minutos en este encierro y ya me parecían días. La habitación estaba igual; solo las lámparas en las esquinas alumbraban el lugar y ni tan siquiera podía ver la luz del día porque no había ninguna ventana.

No pude averiguar si sigo en Francia todavía. Con todo el escándalo que Trembley y yo tuvimos ni eso pude preguntar.

Escucho y veo cómo la puerta es abierta para darle paso a una empleada. Trae en sus manos lo que parece ser ropa.

—Buenos días.

No le correspondo el saludo, para mi son malos días, muy malos. Observo cómo camina a mi con un poco de timidez, no le quito la mirada de encima y eso parece incomodarla. Pone cerca de mí algunas prendas y se separa con rapidez marcando su distancia.

—En unos minutos más estará el desayuno— murmuró.

—¿Dónde estoy?

—En la mansión...

—No— la interrumpo y niego con la cabeza.—¿Esto es París?— aclaro.

—Sí, señorita.

Da la vuelta y sale cerrando la puerta y poniéndole seguro. Tomo las prendas entre mis manos y enseguida la tela suave acaricia mi piel. Me levanto dándole la espalda a la cámara que seguramente está apagada. Me visto con rapidez con la ropa interior nueva, la blusa azul marino, el pantalón claro y los zapatos.

Tomo asiento en la cama de nuevo. En cuestión de minutos la misma mujer entra con una charola de comida, agua y jugo.

La coloca frente a mí y se despide.

—Espera— la detengo antes de que salga. Se gira a mí y me interroga con la mirada.

¿Y Trembley?

—¿El joven Liam?

—Sí, ¿Dónde está?

—Salió a trabajar— se va.

Él no está y es una buena oportunidad para escapar, claro, lo haría sino estuviese encadenada y encerrada en una habitación con protección.

Tomo el vaso con agua y me lo bebo para hidratarme, lo mismo hago con el jugo al comer los alimentos de la charola. Después de unos minutos termino y me quedo en en la misma posición de hace un momento.

Las horas corren y vuelvo a escuchar la puerta, me levanto mirando cómo un hombre de negro ingresa y se acerca, claro, midiendo su distancia.

—¿Se le ofrece algo?— pregunta y asiento.

—Estás cosas me aprietan demasiado— alzo mis muñecas y le enseño desde lejos la rojez en ellas.—Me duele—pongo expresión de tristeza y cansancio.

Sale de la habitación sin decir nada, pienso que no hará nada al respecto, pero después vuelve a entrar con unas llaves en la mano. Se acerca a mí, demasiado para su seguridad, toma mi muñeca izquierda para desajustar esa porquería.

En un movimiento rápido, sin que él lo viera venir, paso la cadena de mi muñeca derecha por su cuello para ahorcarlo, suelta las llaves y también paso la otra para hacer más presión y acabar con su vida en un pestañeo. Quito su cuerpo de encima mio y tomo las llaves quitando esas cosas de mis muñecas, reviso su cinturón y tomo prestada la Beretta que trae.

La puerta está abierta y empieza a cerrarse, de las paredes salen esos tubos de nuevo y me apresuro a salir antes de quedar encerrada y que esas cosas me duerman de nuevo.

Hermoso Caos (#1. Bilogía Atracciones Peligrosas)Where stories live. Discover now