Capítulo 27

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El enigma mariposa

Los días tranquilos han vuelto. Las tareas, las clases, todo tan normal y decepcionante que para Alex y Sebas resulta ser un alivio. No más pesadillas por un rato, ambos pueden dormir relativamente tranquilos, y las cosas vuelven a ser más o menos como antes.

Claro que, Alex y Fede ahora son amigos.

Y sin olvidar el pequeño detalle de que Sebas y él están malditos.

Pero en días como esos sienten que llegará el fin de año y regresarán a sus casas, sanos y salvos, como si nada hubiera sucedido, y aquellos pasillos oscuros llenos de magia y misterios hubieran sido solo una pesadilla compartida. Han dejado el cuaderno de lado, temerosos de hallar algo que vuelva a romper la frágil ignorancia que los mantiene despreocupados.

Lo que sea que haya dentro de ese lugar al menos tiene suficiente decencia como para dejarlos estudiar y aprobar las evaluaciones, algo que se les hace hasta sospechoso porque ya había demostrado ser capaz de tocar sus temas sensibles para hacerles daño sin compasión alguna. De todas maneras, no es algo que vayan a rebatir, después de estudiar con tanto empeño.

Mientras las cosas parecen estar de perlas para el par de amigos, todo se vuelve de color de hormiga para el confundido Federico; tiene miedo de lo que siente pero reprimirlo ya no está funcionando. A la vez que en realidad no tiene ganas de alejarse de Alex aunque eso haga más complicadas las cosas.

Los ratos compartidos se hacen cada vez más frecuentes, y los temas para hablar parecen solo aumentar. Las prácticas de fútbol, los ratos de estudio y de ocio, las conversaciones hasta tarde de escenarios distópicos; todo es tan genial que Federico ya no quiere renunciar a aquello, aunque le cause más dolores de cabeza y noches en vela de las que quiere admitir.

Y él quisiera hablar con alguien. Porque, si bien ya ha empezado a tratarse un poco más con los compañeros del equipo de fútbol, no sería capaz de comentarles eso ni loco. Los va a decepcionar a todos, se van a burlar de él, nadie lo iría a entender, porque ni él mismo lo sabría explicar.

Ya que tampoco logra comprenderse a sí mismo. Porque le siguen gustando las chicas pero lo que le hace sentir Alex es tan real que duele. Además que trae consigo recuerdos reprimidos de una duda permanente que lo había acompañado de toda la vida y que nunca supo poner en palabras, lo que lo aterra. Quiere pensar que es una confusión que se irá con el tiempo, pero no está seguro de que eso funcione y no tiene ni la mínima idea de qué hacer para no arruinarlo.

Alex no ha notado nada hasta el momento. Excepto que algo mínimo ha cambiado, en su trato, en su forma de expresarse, en las conversaciones que tienen siempre. Es una señal tan sutil que le cuesta darse cuenta, pero algo de diferente hay en la manera en la que se llevan; no es nada parecido a las demás conversaciones con sus otros amigos, y no tiene una manera clara de explicarlo, solo se siente así.

Raro.

Febrero termina, y comienza marzo, con exámenes, tareas, y una sorpresita que definitivamente no les va a gustar.

Porque las pesadillas vuelven, pero ahora es Alex el que se enfrenta a ellas noche con noche, luego de haberlas olvidado, prácticamente. Fede puede notarlo, a veces lo ha pillado cuando tiene una de esas crisis donde se cuestiona su existencia en la madrugada y escucha al rubio despertarse sobresaltado y maldiciendo en voz baja. Él no nota que sigue despierto, solo da vueltas en la cama, agarra su teléfono e intenta dormirse de nuevo.

Su concentración se va a pique, se salta más juegos de fútbol y sus siestas se extienden. El moreno no puede por menos preocuparse por ello, ¿qué será lo que lo tiene tan mal? ¿Hay algo que le cause tanto terror? ¿Tendría que ver con lo que sea que había en aquel cuaderno?

Lo peor es que no dista de la realidad, porque Alex vuelve a soñar con mariposas, con el edificio prohibido, con la maldición y con perder a su amigo. Los temas no cambian, pero cada imagen es más oscura que la anterior y eso lo aterra. Entonces se decide a buscar respuestas en el cuaderno, tal vez hay algo útil, que hablara sobre las pesadillas y ese tipo de cosas.

—Hipotéticamente hablando, ¿para qué sirven las runas de protección?

Sebas se queda pensativo, y le da un mordisco a su desayuno. La primera hora antes de iniciar la jornada es cuando tienen un momento para pensar en ese tema, y Alex había leído algo sobre eso en el cuaderno, que según Josué, podría ser útil contra lo que él llama «la corrupta»

—Bueno, tengo entendido que funcionan para resguardar cosas específicas, dependiendo de contra qué quieres cuidarlas —dice el castaño, recordando lo que llegó a leer en el librillo—. Por ejemplo, si quieres cuidar algo del agua, pones ambas runas en el objeto. Lo mismo con el polvo, la luz, y así. Es efectivo si sabes contra qué quieres protegerte, y mientras más específica la configuración de runas, mejor.

—Oh. ¿Podría protegerme de las pesadillas?

—Aparte que necesitaríamos la magia del edificio prohibido al que obviamente no deberíamos volver a entrar, no funcionaría —Alex se decepciona, aquello de la magia era algo cuanto menos limitado—. Tengo entendido que solo funciona para proteger de cosas tangibles, como la leña de la humedad, los libros del polvo. Además, aunque sea relativamente más fácil que otras runas, gasta energía por su tiempo prolongado de duración, según leí.

—Agh, ya veo. Ni modo, a seguir soñando por el resto de mi vida con las cosas-horrorosas-espantoférricas-esas.

—Algún día se acabará...

Alex quiere mencionar, molesto, que eso solo será cuando la corrupta los haya hecho desaparecer, pero se contiene. La verdad es que sí que está harto de todo el misterio innecesario y peligroso que conlleva eso, cuando la vida normal en el Amelia Mercedes Villarreal es casi un paraíso.

De poder volver en el tiempo se hubiera dicho a sí mismo que nunca entrara a ese maldito lugar. Es de esos errores que lamentará de por vida, solo que ni se imagina cuánto.

Unas tres noches después de eso, Alex tiene un sueño extraño. Diferente de las pesadillas anteriores que cada vez son más grotescas. En esta, cómo no, ve muchas mariposas. Es una sala grande, y puede distinguir algo así como tres personas en ese lugar. Tres personas que él sabe con una certeza que no le pertenece que no son humanos.

Puede detallar mejor que al menos uno de ellos tiene cola, el que está a la derecha. A la izquierda está algo que él sabe muy bien que es una bruja aunque no lo aparenta demasiado. En el centro, hay una mujer hermosa, pero los ojos blancos de los tres personajes tiñen de pavoroso aquel sueño tan lúcido, además de notar que los tres tienen solo cuatro dedos en cada mano. La mujer despliega un par de alas de mariposa, y el color del sueño cambia bruscamente, pasando de un lila sublime a un rojo intenso que le revuelve el estómago, para luego volver a como estaba en un principio.

La mujer camina hacia él, y habla con una voz demasiado dulce que no termina de encajarle del todo, aún con su apariencia tan deslumbrante.

—Dime una cosa, ¿de qué color son los enigmas?

El rubio ve sus manos. Voltea a ver los rincones oscuros de esa sala espaciosa, teñidos de oscuridad. Piensa en la densa penumbra del edificio prohibido, tan misteriosa y enigmática.

En el color negro del cabello de Sebas, que siempre había sido tan hermético y difícil de descifrar.

En los ojos negros de Federico, con las preguntas que él aún no se ha formulado.

Y susurra.

—Negro.

Una mariposa va volando hacia él antes que termine de hablar. Y luego, todo simplemente es como es.

Tan oscuro como un enigma sin respuesta.

...

Hoy quería agradecer a @nik_star1920 por tus comentarios, muchas gracias por leer 💕


El color de un enigmaWhere stories live. Discover now