Capítulo 18

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Raro

—No, Alex, los amistosos de natación no son como los de fútbol.

El rubio mira con tristeza a Sebastián, después de proponerle que se cambiara del torneo para hacer un amistoso y así le bajara un poco a la presión que le causaba la competencia. El castaño le da un mordisco a su desayuno antes de explicarle, él mismo ya lo había intentado.

—Mira, los amistosos de natación son solo yincanas, cosas así de buscar las tapitas bajo el agua, o ese tipo de cosas que me parecen aburridas; aparte que a mí lo que me gusta es nadar y bracear, ya me seleccionaron para el equipo del torneo por mis tiempos y todo lo demás. Cuentan conmigo.

— ¿Pero estás seguro de que quieres hacerlo? —le pregunta Alex una vez más. Le preocupa un poco.

—No es que me fascine, pero tampoco es como que no lo vaya a hacer. Voy a intentar disfrutarlo —le dice con una pequeña sonrisa para tratar de calmarlo. Alex decide hacer caso a sus palabras y va a apoyarlo lo más que pueda en su decisión.

Entonces Alex le cuenta que había jugado con Federico y que le dijo sobre los amistosos de fútbol. Eso sorprende un poco al castaño, esos dos eran muy raros, se odiaban a morir y después se ponían a jugar fútbol. Los hombres son raros, y los humanos en general.

Después de eso cada quién va a su clase. Alex le dice a Rodri que sí se va a unir para jugar en los amistosos de fútbol y el chico se disculpa por no aclararle antes que era ahí donde tenía que unirse, al ser nuevo y todo lo demás; así que van juntos corriendo a decirle a Jesús, el líder del equipo, para que lo anoten.

Alex está dentro y eso lo emociona un montón.

Esa tarde obviamente habría un entrenamiento, y por lo menos Alex ya tenía medio camino recorrido prácticamente, aunque las cosas se pondrían un poco más serias ahora que era parte del equipo oficial.

También está algo nervioso por si Fede decide acercarse. Si no quiere no va a obligarlo, y tampoco le sorprendería. También le da miedo que los demás fueran a rechazarlo y que pasara un rato incómodo por su culpa.

A pesar de haberse arrepentido un poco de haberlo invitado, Federico sí llegó a la cancha.

...

El moreno había estado ansioso todo el día. Ansioso en el mal sentido.

Se le revolvían las tripas de solo pensar en acercarse a jugar fútbol con los otros chicos. Mil escenarios trágicos venían a su mente con los que fácilmente podría hacer unos cómics, pero no tenía tiempo para eso. Siquiera sabía cómo acercarse. ¿Tenía que decir algo?

No recordaba las últimas conversaciones que había tenido con los chicos de su salón. Simplemente, todo es borroso. Solo dejaron de hablar y ya no encajaba en ninguna parte. No tenía de qué hablar ni con quién hablar.

A pesar de eso, se arma de valor y se alista para ir a la cancha. Pero, ¿qué tal si Alex quiere tomarle el pelo y ese día no hay entrenamiento y hacen algo para joderlo? ¿Si todo es una trampa? ¿Se ve muy desesperado si va arrastrándose para entrar en el equipo?

Lo duda por un segundo, en la puerta antes de salir. Podría ahorrarse muchas molestias si se rinde. Podría solo quedarse a dibujar, y olvidarse de eso. Ya había intentado muchas cosas y fallado antes, porque él es un fracasado. Aquello no va a resultar, todo va a ser igual y nada va a cambiar por más que lo intente.

Pero entonces recuerda que ayer, cuando jugó con Alex, la pasó bien, aunque le cueste admitirlo. Había olvidado un poco lo que era jugar con otra persona, y sí que le gustaría que pasara más a menudo. No le haría daño intentar socializar un poco, ¿no?

El color de un enigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora