Capítulo 26

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Exceso de confianza

— ¿Qué mierda pasa conmigo?

Federico no se entiende, y eso no es algo bueno. Tiene un montón de sentimientos y pensamientos extraños, que no debería sentir ni pensar.

—Esto no es normal.

Se lava la cara tratando de aclarar sus ideas. Se le hace algo tarde para el desayuno, pero no le importa mucho. Tiene el estómago revuelto, y también un poco de ganas de llorar, pero eso es cosa de nenas. Solo respira profundo, y se decide a ignorar una vez más todas sus interrogantes pendientes.

Está dispuesto a seguir mintiéndose a sí mismo diciendo que nada sucede hasta que sea verdad.

...

Con los días, Sebas superó su derrota en la piscina, con ello también sus crisis. Está un poco más relajado, y tal vez el haber recuperado el sueño le haya ayudado más de lo que se imaginaban.

Los últimos días de los Intercurso pasan tranquilamente. Ninguno de los años de los protagonistas gana nada, y los Intercurso finalizan con fiestas alegres. Al par de amigos le sorprende ver el ambiente competitivo y sano del Amelia Mercedes Villarreal, después de haber visto la peor cara de ese tipo de eventos en su antiguo liceo. Y al menos tendrían puntos extra en sus sumatoria de notas por participación, lo que no está nada mal.

Lo que ahora les preocupa es que ese domingo es el cumpleaños de Alex, y el día del amor y de la amistad; no saben qué puede suceder, aunque probablemente nada malo, o eso espera Alex al despertarse temprano por la mañana. Ha preparado algunas tarjetitas para dárselas a sus amigos, aparte de que compró algunos snacks que quiere compartir. Aún no sabe muy bien si comentarles que también está de cumpleaños, ya que de por sí le daba una sensación extraña el celebrar por primera vez lejos de casa y por fin mostrándose como realmente es.

Lo primero que hace al abrir los ojos es agarrar su teléfono; le angustia la idea de recibir un mensaje de sus padres, a la vez de no recibir uno. En cualquiera de los casos, solo estaría decepcionado.

Lo único que encuentra es un mensaje de Sebas, que había enviado a las doce de la medianoche en punto, con un gif de Naruto. Le causa gracia y lo conmueve, y se alista para salir a desayunar. Fede sigue roncando en su cama, lo que le da risa, siempre se levanta tarde.

Sale del cuarto con sus bolsillos cargados de tarjetitas y dulces para regalar. Se ha visto al espejo y luce como todo un galán con su nueva franela de anime, que había estado guardando para ponérsela ese día precisamente. Le encanta.

Llega al comedor y pilla a Sebas en la mesa, con su comida y un ponquecito; Alex se acerca con un trote suave, y se emociona con el postre.

—Feliz cumpleaños, Alex —le dice el mayor y le da un golpe suave que se nota algo robótico.

—Si no te incomoda ni es obligación, ¿puedo darte un abrazo? Es rapidito, lo juro —el rubio es amante empedernido de esa muestra de cariño, pero no tiene muchos amigos a quienes abrazar, que tampoco es algo «muy varonil», según entiende. Y respeta el espacio personal de Sebas ya que sabe que al castaño no le gusta demasiado el contacto.

—Bueno...

Extiende un poco los brazos y Alex corresponde rápidamente. Tal como ha prometido, es algo menos que un abrazo fugaz, pero eso lo llena de alegría. Sebas le da un par de palmadas en la espalda, le recuerda un perrito y le da un poco de risa.

Al ser un domingo, sin tareas ni nada que hacer, se quedan dando vueltas por el colegio, como la gran mayoría de los alumnos. Cansados de las celebraciones y competencias, todos aprovechan de flojear antes de que termine el último domingo ocioso para reanudar las clases normales.

El color de un enigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora