Capítulo 1

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Un último primer día de clases

Una fría mañana de octubre es la que recibe a los alumnos del Amelia Mercedes Villarreal. Alex va con ellos, nervioso, pero muy emocionado. Nuevo liceo, nueva vida. No nota las miradas curiosas que lo observan, mientras habla animadamente con su mejor amigo.

Mientras más se interna en el liceo, más despierta el interés de todos. Es un chico llamativo, con su rizado cabello dorado y sus ojos verdes que lo miran todo con brillante interés, resaltando entre la marea de cabelleras oscuras del pasillo.

Como un sol iluminando el lóbrego ambiente del vestíbulo del Amelia Mercedes Villarreal.

Opacado por su belleza, su mejor amigo Sebastián intenta parecer una sombra a su lado. Estudiar el suelo es una tarea de la que ya es experto, y solo asiente a la cháchara nerviosa del rubio.

Se dirigen al patio interior, deslumbrados por la arquitectura antigua del sitio. Empiezan a asignar sus clases y los profesores les dan la bienvenida.

Sebas no puede evitar distraerse cuando ve una mariposa negra revoloteando por los pasillos.

— ¿Viste al nuevo?

— ¡Qué bello, marica, no puede ser!

—Que es un dios encarnado, te digo.

— ¡Ta' riquicuqui!

—Ese seguro es marico —refunfuña un chico, molesto de escuchar el cuchicheo de las muchachas.

Las chicas lo ignoran y continúan suspirando por el guapo chico nuevo que está ahora en su clase. Federico las ve, con rabia, y luego le desea una muerte lenta y dolorosa a ese rubio que de seguro le traerá muchos problemas.

Ahora sí es cierto que no tiene ninguna oportunidad de que las chicas se fijen en él, o al menos eso piensa, y compararse con él no ayuda en nada. Federico solo es un chico equis, en comparación a un rubio de ojos verdes, un exótico ejemplar de rasgos extranjeros en aquel país latino. En cambio, Fede, uno más del montón, un chico tan normal que no llamaría la atención de nadie, o que, más bien, los intimida a todos con su altura y actitud.

Farfulla un par de groserías y se aparta.

Mientras tanto, Alex no tarda en saludar a sus nuevos compañeros, muy animado de presentarse y conocerlos a todos. Con una sonrisa amable que todos le devuelven, se consigue por primera vez con el que será su rival a partir de ahora.

— ¡Que lo qué!, ¿cómo te llamas?

Federico lo observa con cara de pocos amigos, y replica.

— ¿Y a ti qué te importa, ricitos de oro?

El moreno se da la vuelta, y Alex se queda confundido. Se encoge de hombros y se devuelve con Sebastián. El castaño le comenta sobre haber visto una mariposa negra y aquello intriga a Alex; no tanto por el comentario en sí, sino porque le da tanta importancia. Aparte que al rubio no le gustan en lo absoluto las mariposas negras.

Federico voltea a ver a Alex cuando ya se había ido, algo intrigado por su respuesta, o más bien, la ausencia de esta.

Ahora no puede aguantar el hecho de que lo había ignorado.

Con una ira ardiendo cada vez que lo ve, decide hacer su vida imposible el resto del año. No lo aguanta. Nadie puede ser tan brillante y espontáneo sin tener algún interés de por medio.

Alex le dirige una sonrisa conciliadora. Federico bufa y desvía la mirada, demostrando su enojo. Que al parecer los problemas no van a dejar de seguirlo tan fácilmente.

— ¿Te metiste con el chino negro, mano? —le pregunta uno de los muchachos que acaba de conocer.

—Solo lo saludé, y se arrechó —se queja Alex, aturdido.

—Nah, no te preocupes. Ese se la pasa arrecho todo el tiempo —le resta importancia el otro.

Siguen hablando un rato hasta que los dirigen a sus habitaciones. Alex va junto a su mejor amigo, deseando que al menos le toque una habitación para él solo al ser de los últimos de la lista. Se despide de Sebas cuando lo guían a su habitación, y en la intersección se encuentran con la mariposa de esta mañana. Alex no entiende por qué ese insecto le fascina tanto a su mejor amigo, pero le causa algo de ternura, ya tendría tiempo de preguntarle. Lo llaman por un pasillo diferente. Sigue las instrucciones, dubitativo, e ingresa a su nueva habitación, la número dieciséis.

Vaya suerte con su apellido, ni siquiera pudo tocar en una individual; en una de las últimas habitaciones y con un compañero de apellido Tovar.

—Vaya, vaya. Con que ricitos de oro entró en la casa del oso. ¿Qué coño estás haciendo tú aquí?

...

¡Hola! Te doy la bienvenida a esta historia 😃

Quizás no sea exactamente mi primera historia, pero sí es de las pocas que escribo con tanto detalle y que completo al 100%. Me emociona un montón, espero que sea de tu agrado.

Cualquier observación y sugerencia, siempre que sea con respeto, es bien recibida 😄

El color de un enigmaWhere stories live. Discover now