Capítulo 14

14 3 26
                                    

Pensamientos

Alex no se considera a sí mismo como una persona observadora, pero sería mentira decir que no lo es.

Pequeños gestos que delatan lo que pasa por la mente de Sebas le dan pistas para poder comprenderlo cuando no es capaz de comunicarse por palabras.

Expresiones, tics, el tono de voz, el paso al andar, pequeños detalles que construyen una imagen del mundo de la que ni él mismo es consciente.

Por eso dolía, cuando sus padres lo ignoraban; el pequeño gesto de reprobación de sus cejas, la mirada que le rehuían, un temblor en el labio antes de hablar. Las miradas de asco de su antiguo colegio lo lastimaban más que el que le llamaran marimacho. Todo un mundo de pequeños detalles que a veces llegaba a agobiarlo.

Por eso, no podía no notar la soledad que Federico dejaba entrever. Le recuerda inevitablemente a él, en los salones de clase de la primaria, cuando las chicas no se le querían acercar y no encajaba entre los varones.

De algún modo que ni él mismo podría comprender o siquiera notar, había pasado de largo la coraza del moreno y llegó hasta la realidad que el chico pretendía ocultar, sin siquiera ser consciente de eso.

Verlo por los pasillos, observando todo, pero siempre a la defensiva. Su ceño fruncido eterno que a veces flaqueaba. Sus manos en los bolsillos, desconfiado.

Su mirada casi asustada al encontrarlo con ese cuaderno en las manos.

Y no es como si él lo buscara, simplemente lo nota.

Es consciente que nada justifica el trato que le dio Federico a inicios de año, pero Alex pudo notar el porqué. Siempre yendo a las raíces de todo, nunca se conforma con lo aparente, porque es lo que hubiera querido que alguien hiciera por él.

Sin embargo, Alex no tiene ganas de ser un héroe. No es Naruto, con su jutsu evangelizador. Está cansado de la sociedad y del mundo, no tiene intenciones de intentar hacer algo al respecto o poner su esfuerzo cuando Federico definitivamente no pondría de su parte.

Pero, tampoco podría negar que le intrigaba. Solo un poco. No debería importarle, pero el chico era como un enigma extraño. Había algo que no encajaba, en su actitud altanera. Algo que le decía que era una careta.

...

— ¿Acaso me tienes lástima o cuál es tu problema?

— ¿De qué mierda estás hablando?

Alex no se esperaba esa emboscada cuando entró a la habitación esa tarde. Realmente, ni siquiera tiene idea de qué se supone que él moreno le está reclamando.

Federico se molesta aún más de que el chico no recuerde por qué lo enfrenta. Venga, que así de olvidable es. Aunque la verdad no sabe ni cómo poner en reclamo en palabras.

—No me saludes en los pasillos. Piérdete.

Entonces el rubio recuerda lo que pasó. No es como que fuera su culpa, simplemente es costumbre. Si hay una cosa que se le grabó de toda la vida era saludar a todo el mundo, a veces lo hace solo de manera automática, y su error fue no pasarlo de largo como siempre cuando fue a reunirse con su grupo de amigos.

Le parece estúpido que el moreno le haga un drama por eso. ¿No se había cansado ya de esas peleas inútiles y sin fundamento? A Alex no le gustan los conflictos, y estallar una guerra sin razón otra vez no está en su lista de pendientes.

Ni siquiera le responde. Lo ve una vez más con una expresión de cansancio y confusión, dispuesto a ignorarlo y hace justo lo que le pidió que hiciera.

El color de un enigmaWhere stories live. Discover now