Capítulo 15

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Pelea por los terrenos

Entre miles de pensamientos, el enigma del edificio prohibido del Amelia Mercedes Villarreal ha pasado a un segundo plano. Al menos para Alex.

Las tareas han empezado a llegar a molestarlos, y el rubio, aún sin decidirse si entrar o no al equipo de fútbol, se ha empeñado a entrenar más duro y más seguido, por si a las moscas. Además, prefiere pasar la menor cantidad de tiempo posible en la habitación 16, y eso es una excusa perfecta.

Incluso el cansancio ha acabado un poco con su insomnio, y todo empieza a sentirse como los primeros días de octubre, cuando llegaron siendo ignorantes de lo que había más allá de la oscura entrada del edificio prohibido.

Lo que le parece curioso era la aparente y temporal victoria que había logrado con el encontronazo en la habitación hace una semana. El moreno luce más pensativo y callado de lo usual. Pero, venga, que ese no es su problema y mientras siguiera así, todo iría de maravilla, más o menos.

A Sebas tampoco le sobra el tiempo, que se ha unido al equipo de natación y entrena casi a diario. Para él, eso está bastante bien, aunque la presión que siente por la competencia no le agrada del todo. No tienen demasiado tiempo para hablar de la traducción del cuaderno, y de todas maneras no parecen obtener más respuestas a tantas preguntas. Comienza a ser hasta frustrante, y no tienen tiempo para pensar en eso a fin de cuentas.

Federico se fuga a veces a patear el balón un rato, cuando las prácticas de los equipos ya han terminado. Toda la vida ha sido un fanático del fútbol, y también le había gustado jugarlo en las tardes por la cancha que quedaba cerca de su casa. Pero no es un deporte que pudiera jugar solo de todas formas, así que lo fue dejando con el tiempo. Tampoco es como que lo aceptarían en el equipo, ni siquiera juega con ellos en las tardes, pero al menos para despejar su mente está bien.

O es lo que se dice así mismo, no es como que tenga otra alternativa.

Alex lo vio una tarde, que también había pensado practicar algunos penales, y en ese momento pensó que tal vez Fede no era tan mala persona, solo que no sabe socializar. Se nota que le gusta ese deporte, y no se le da mal, aunque se nota que está oxidado.

Pero se olvida de todo eso porque el moreno decide tomar una nueva estrategia y reanuda su acoso.

Se va a quedar con la habitación número 16 para él solo, cueste lo que cueste.

...

Alex tuvo que haber imaginado que la paz no duraría mucho. Vuelven los tropezones y las puntas, pero a él le suenan cada vez más desesperadas y estúpidas. No entiende qué problema tiene el moreno contra él, pero definitivamente no es el más ingenioso para inventarse sus maltratos.

—Chamo, te voy a bajar puntos por falta de creatividad, de pana. ¿Es que buscas tus insultos Pinterest o cómo?

A Alex había dejado de afectarle desde hace mucho, había tenido peores tratos y una desventaja más marcada en otros contextos, el moreno por sí mismo no representaba una amenaza real en comparación. Parece un mal chiste, podría decir que ahora sí hasta le daba lástima, incluso. Pero su paciencia tiene un límite y el moreno estaba próximo a superarlo.

Fede no quiere renunciar a tener la habitación para él solo, pero no logra muchos avances. Debe admitir que se está cansando, y que viene una derrota inminente. Tampoco tiene ganas de recurrir a la violencia física porque lleva buenas notas y no tiene ganas de manchar su expediente a esas alturas. Nunca había pasado por una situación así, no sabe qué hacer, pero tampoco puede solo dejar de hacerlo o no tendría cómo explicarlo.

El color de un enigmaWhere stories live. Discover now