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No había tenido una buena noche y se notaba por las bolsas que traía debajo de los ojos. La falta de comunicación y todas las dudas que aquello traía hacia sí mismo comenzaba a pasarle factura sobre su cuerpo, el cual lo sentía muy pesado y sin ganas de mover un solo músculo.

Revisó su celular y comprobó que todavía no había recibido respuesta de Jungkook, causando que de nuevo una ola de sentimientos negativos lo agobiara. Así que se lavó la cara con la idea de que así podría tirar su malestar también por el desagüe y poder volver a ser el Jimin de siempre. Pero no era tan fácil, en especial cuando aquellas náuseas matutinas habían vuelto a aparecer. Temía pensar que así sería siempre. Que cada maldito día que pase lejos de su predestinado su lobo se encargaría de recordarle físicamente el hecho, sin saber, por supuesto, la verdadera razón de sus síntomas.

Sus amigos le aconsejaron ser honesto y contarle a Jeon sobre sus sentimientos, cómo si no supieran que ya lo hizo, o al menos hizo el intento, muchas veces. Y es que, es consciente de que tampoco es culpa de Jeon y quizás eso era lo que peor le hacía sentir consigo mismo. No lo podía culpar por su pasado, ni por algo que no hizo aún. Así que buscaba minimizar sus sentimientos para que estos no terminen dañando su relación, aunque, con todos los días con muy poca comunicación que tuvieron, esta parecía estar dañándose por sí sola.

—Hola tesoro, buenos días —le saludó su progenitora, con las mismas ojeras que él—. ¿Dormiste bien?

El menor asintió para no arruinar el ambiente, terminando de bajar las escaleras para acercarse a la cocina donde se encontraba la mayor.

—¿Y tú mamá?

—También. Ayer estuve hablando con tu hermano y me contó lo bien que les está yendo allá.

—Es bueno...

—¿Verdad? Buscaré la forma de pedir unos días en el trabajo, así nos vamos a verlos. ¿Qué te parece?

Los ojitos del rubio se iluminaron de inmediato y su lobito comenzó a saltar de alegría ante la posibilidad de poder ver a su alfa al fin. Ni siquiera había sido una declaración segura, solo era una posibilidad lejana pero aún así ya sentía como sus ánimos mejoraron un poquito.

—¡Sí, sí! Por favor, ma, vayamos cuánto antes.

—Todo dependerá de mi jefa, pero haré lo posible —sonrió y acarició la cabellera del menor de sus hijos—. Hoy tengo la mañana libre, ¿quieres que hagamos algo juntos?

Nuevamente, su estado de ánimo subió otro punto porcentual más. Tal vez sus pensamientos de anoche que no lo dejaron dormir y todo el malestar matutino eran para compensar el grandioso día que tendría hoy, ¿verdad? Sin dudarlo, movió su cabeza de arriba a abajo a la mayor quien sonrió de vuelta. Oh, sí que había extrañado a su mamá.

—Bien, entonces vamos a desayunar algo rico. Ve a cambiarte.

En las siguientes horas confirmó su teoría, ya que todos aquellos pensamientos negativos y angustias se fueron con tan solo unas horas curativas con su mamá. Y es que, debido al trabajo de la mayor, sus horarios no suelen coincidir para hacer cosas juntos. Todo el tiempo perdido lo recuperaron esta mañana en la que rieron, jugaron e incluso hablaron de la relación del menor y cómo sobrellevar la distancia sanamente.

De verdad que Jimin estaba tan maravillado con todo que en ningún momento de la salida se dio cuenta cómo su mamá de vez en cuando se quedaba mirándolo fijamente, buscando leer a través de él.

—Me gustó salir contigo hoy —confesó el rubio abriendo la puerta del auto—. Desearía que te quedaras más tiempo así.

La contraria sonrió achicando sus ojos, justo como su menor hijo lo heredó.

playdate [km au]Where stories live. Discover now