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Después de la conversación con su mamá Jimin no sabía si quedarse más tranquilo o preocuparse. Aún seguían en el auto en camino a la casa del alfa, en completo silencio y cada uno con sus propios asuntos en la cabeza. El omega de vez en cuando miraba a su hermano, tratando de descifrar lo que estuviera pensando. Pero lo único único sabía es que la estaba pasando mal, por las ojeras que adornaban sus ojos y su mirada cansada.

-Se pondrá bien, no te preocupes -murmuró.

-Lo sé.

Eso fue todo lo que respondió y Jimin prefirió no prolongar la conversación. Taehyung estaba distante a él, era capaz de darse cuenta. Pero lo que se preguntaba era si la razón de ello es solo por su preocupación por su mejor amigo o si había algo más.

Tal vez no le gustaba la idea de que él estuviera yendo también, debido a todo lo que en el pasado tuvieron y que, por supuesto, Tae piensa está enterrado. ¿De verdad se trataba de eso? ¿Que Taehyung aún sigue pensando que Jungkook y él no deberían ser tan cercanos?

Realmente lo intentaron. El alfa más que él, pero lo intentaron. Sin embargo, siempre había algo que los llamaba a acercarse de vuelta. De parte de Jimin, a pesar de los desplantes y malos ratos, su lobos aún movía la cola feliz cada vez que el pelinegro hacía algo tierno por él o le hablaba palabras dulces. Y, por el lado contrario, con todas aquellas actitudes indiferentes intentando alejar al hermanito de su mejor amigo que siempre se convertían en formas de asegurarse en silencio que estuviera bien, de animar a lo lejos al rubio con sus sueños y dejando sus sentimientos crecer con cada sonrisa que este le dedicaba. Les fue realmente bien eso de olvidarse el uno al otro durante un año; todo acabó el día que Jimin apareció en su puerta con galletas y su celo a punto de aparecer.

Hoy estaba nuevamente en su puerta, graciosamente después de casi dos meses desde su encuentro sexual. Sólo que esta vez no había segundas intenciones, solo quería cuidarlo y asegurarse de que estuviera bien, es todo. Porque a pesar de cada lágrima derramada, el número de cosas buenas siempre fue mayor... Y ahora que sabía un poco más de lo que sucedía dentro de la cabeza del alfa, debido a lo que su fiebre le hizo escribir, no tenía miedo de acercarse sólo un poquito más a él.

-Es muy conveniente que tengas una copia de la llave -habló Jimin abriéndose paso en el oscuro departamento.

Dejó en la mesa los ingredientes que había sacado de su refrigeradora para la sopa que prepararía luego para el alfa y, sin esperar permiso de su hermano, se abrió camino hasta la habitación del mayor. Un puchero triste se escapó de sus labios en cuanto observó al alfa envuelto en su frazada y en posición fetal.

-Jungkook... -susurró entrando de puntillas.

El cabello del joven había crecido mucho los últimos meses. Si no estuviera enfermo probablemente se le hubiera escapado algún pensamiento de lo increíblemente sexy que se ve cuando los mechones le caen en la cara. Pero no pensó en ello, esos mechones rebeldes ahora mismo están siendo una molestia al no dejarlo ver sus bonitos ojos para saber si está dormido o no. Así que, con cuidado, se acercó y estiró su mano para sacarlos de su frente.

-Kook, ¿estás despierto? -esta vez fue Taehyung quien entró sin importarle si hacía mucha bulla o no, causando que Jimin se alejara abruptamente.

-Uhm -escucharon un gruñido venir debajo de las sábanas.

-Te daré medicina y pondré pañitos en tu frente, ¿sí?

En un abrir y cerrar de ojos el rubio fue desplazado a un lado de la habitación. Taehyung no lo hizo a propósito, él vino con la intención de cuidar a su amigo y eso estaba haciendo. Jimin en realidad había venido a cocinar y ayudar a Tae, quien sobraba aquí era él. Aún así, no pudo evitar sentirse triste, su lobo deseaba ser él quien estuviera cuidando al alfa. A su lobo no le importaba si su hermano se molestaba, lo único que quería era ir y arrullar a Jungkook hasta que la fiebre se le bajase.

playdate [km au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora