꒱ 0:00 - Prólogo.

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Ese día despertó muy temprano, debido a que la noche anterior había decidido hacer un regalo "casual" a Jungkook como despedida. Unas galletas en forma de ositos, nada extravagante. Sin embargo, jamás pensó que aquella idea daría paso a una serie de hechos que terminaría en ellos dos sobre una cama, desnudos y disfrutando uno de los mejores placeres de la vida.

¿Cómo había llegado a esta situación? Probablemente el inicio de todo fue hace diez años, o quizás un poco más, cuando conoció a Jeon Jungkook, un niño que a sus trece años se creía el rey del mundo y que andaba por todas partes con una guitarra desgastada y sus vans negras. Jimin realmente amaba esas vans, pero ese dato no es importante saber en este momento. Quizás más relevante sería decir que a Jimin no solo le encantaban esas zapatillas, sino el dueño de estas también.

Pero, ¿por qué un niño de secundaria hablaría con uno de primaria? Jungkook jamás lo hubiera hecho de no ser por Taehyung, el hermano mayor de Jimin y un muy singular personaje con una personalidad similar a la de Jeon, razón por la que fácilmente se hicieron mejores amigos. Ambos andando en ese entonces con aquellas zapatillas que el pequeño omega adoraba y llevando sus instrumentos viejos a donde sea que fueran, eran la sensación de la escuela. Y, como todo ícono popular, los ligues y amores no demoraron en llegar a ambos al cumplir más edad.

Así fue como Jimin, quién aún no era cercano al guitarrista, debía ver como la lista de amores de su eterno crush no hacía más que aumentar, y su nombre jamás se aproximaba siquiera al final de esta. Entonces, si aún seguimos en la parte de la historia en la que aquel pequeño de mejillas regordetas no era más que "el hermanito de su mejor amigo", ¿cómo es que llegamos a la situación de tener a ambos jóvenes besándose como si sus vidas dependieran de ello?

—¿Estás seguro... que no podrás ir mañana bebé? —preguntó el mayor alejándose unos segundos de los labios del contrario, antes de nuevamente atraparlos sin darle tiempo a responder siquiera.

Se habían deseado, claro que lo habían hecho. Habían contado cada maldito segundo desde su primer beso que fue olvidado bajo la etiqueta de "fue un error". Y es por esa misma razón que esta historia aún no tiene sentido. ¿En qué momento consideraron rechazar todo eso que antes los limitaba?

Ah sí, la respuesta es tan simple que hasta suena aburrida.

—No —murmuró la siguiente vez que sus labios fueron liberados—. Mamá no me deja, perdón.

El contrario no respondió y solo asintió, estaba tan embriagado con el aroma ajeno que poco le interesó escuchar las razones por las que el rubio no iba a acompañarlos a su gira.

La verdad en ese momento lo único que le interesaba era la piel blanca del omega bajo sus labios y como estos dejaban un mojado rastro en su cuello.

De todas formas, Jimin en ningún momento se quejó por la poca atención brindada. ¿Cómo podría? Si el contrario es tan experto en lo suyo que por momentos, especialmente aquellos en donde sentía un hormigueo en sus piernas, podía jurar estar a punto de ver las estrellas.

He ahí la primera razón por la que esto era un error.

Al elevar su mirada, el torso desnudo del mayor fue lo único que sus ojos pudieron enfocar. El pelinegro soltó una risita socarrona al notar como dejó perplejo a su pareja. No fue una sonrisa de burla, sino más bien una que lo invitaba al pecado... y Jimin es muy educado como para rechazar algo que le invitan.

Así que estiró su mano con timidez, y con la yema de sus dedos recorrió con suavidad aquel trayecto que los abdominales del contrario formaban. Luego sus manos no fueron suficientes y se acercó a dar pequeños besitos mientras el mayor comenzaba a recostarse está vez debajo de él, sintiendo el placer provocado por los labios del más bajo al descender lentamente hacia aquella zona peligrosa.

playdate [km au]Where stories live. Discover now