El misterio de la vida misma

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Finalmente, tomé valor y llamé por teléfono a Monique. Empecé diciéndole que su hija era muy linda. Ella dijo con total convicción  que durante su embarazo se había sumido en una desolación tan profunda y tan sincera que la llevó a plantearse muchas cosas.

Que su naturaleza moral hizo que evalúe que la bebé merece un buen padre y un buen hogar. Que Matheus había crecido dentro atmosféra intelectual y pese a sus errores, y su curiosidad de su espíritu, él podría ser una figura paternal excepcional.

Le dije que admiraba su lógica y le di la razón sin vacilar. Monique no era una mujer de espíritu frío y estéril, siempre fue fuerte de mente y dura de carácter. Sin embargo no podía contener su temperamento, al igual que Mathilde. Ciertamente, no había una pizca de irracionalidad en lo que me había dicho, entonces le agradecí por su acto de amor y lealtad.

Después de colgar le conté sobre mi conversación a Patty y a Mathilde que estaban expectantes por saber.

—El punto es que esta chica lo tenía todo y lo perdió. Todo el mundo en el hipermercado lo sabía y ya no podía aspirar a tenerlo de nuevo —dijo Patty, mordiéndose el labio inferior— , ahora está casada con un ex convicto con historial criminal, pero en su mayoría consiste en delitos menores.

—Mi hermano acaba de ser padre, acaba de tener una bebé. Ya no importa si su relación murió —rezongó mi esposa, esta vez un poco más alterada que antes.

....

Al otro día en el hipermercado...

Mathilde ignoraba los golpes que daba el paraguayo en la puerta de la oficina y los gritos que llegaban desde la zona de cajas.

Cuando abrimos la puerta, miramos hacia abajo y a juzgar por la cara de los clientes asustados, algo malo había sucedido.

En el estacionamiento del super había un vehículo envuelto en llamas y el monóxido de carbono estaba entrando al hipermercado. Era el auto de Matheus, inmediatamente él chilló:

—¡Oh, Dios mío! La mente diabólica de ese salchichero aún no se ha detenido y sigue queriendome humillar. Sin embargo, tengo seguro automotriz y como ya saben estoy pagando un cero kilómetro. Su estrategia es una porquería.

—¡Matheus, qué dices! —gritó Patty —, puede que ese hombre tenga una personalidad peligrosa, pero ese tipo está en Paraguay en este momento.

—La verdad que no lo sé. Sin embargo, espero que no tenga que depender de sus bocadillos de salchicha para mantener a Monique —dijo Matheus.

—Si que estás delirando...—aullé.

—¿Te refieres a mí o al magnate de la salchicha? —ironizó nuevamente—. Este humo me va dar un catarro, deberíamos ir adentro.

Escuchen, se oye la sirena del autobomba a lo lejos —dije, intentando ver por donde llegarían.

—El jefe llamó hace diez minutos. Él tiene miedo que tu auto cause una explosión —dijo Mathilde.

Finalmente, llegaron los bomberos y se ocuparon del extraño incidente. El fuego crepitó y volvimos a nuestras estaciones de trabajo. Fue una mañana tan espantosa que ya no tenía ganas de estar ahí mismo frente a la computadora.

De pronto apareció Patty bailando con un sombrero de plumas de avestruz.

—Mira Demetrius, voy a ir a alegrar a ese cabrón —dijo con una sonrisa pícara.

Bajé para ver la reacción de mi amigo y así poder lanzar una carcajada limpia.

—¡Oh, madre mía! —aulló Matheus, incapaz de guardar silencio frente a los clientes —. ¿Qué estás haciendo, loca?

—Vine a decirte que te invito a un paseo en taxi hasta tu casa —dijo conteniendo la risa.

El rubio la miró ojiplático haciendo un examen visual en ella.

—Bueno, pero Louisa está en casa de Demetrius. Contraté a su madre como niñera mientras trabajabamos, y pues...

Monique pasó moviendo su cuerpo y sacó un abanico de su bolsillo y pestañeó en un modo sensual.

—Ella parece un pájaro rabioso con tanta pluma, ¡acepta la cita! —grité.

—Cállate, lenguaraz siseó el rubio.

Matheus ladeó su cabeza y Boyd se acercó para depositar sobre sus labios un cálido y breve beso.

Infames (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora