La sexualidad pasó de moda

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No había duda de que mi tío había invertido su dinero en cosas materiales que no eran percibidas a simple vista.

Por primera vez el viento caliente se hacía sentir en la noche. Las cortinas blancas de las ventanas de la sala revoloteaban como fantasmas.

Terminamos de cenar y Matheus se levantó de la silla con el pretexto de ir a buscar un libro en la biblioteca. La inquietud estaba instalada en sus ojos.

—Demetrius, hay que buscar algo en esta casa —dijo el rubio. Necesitas encontrar un documento importante.

—No estoy seguro de lo que estás hablando.

—Escucha, compañero. No quiero que pienses errado. Pero hay que buscar el certificado de esa cosa.

Matheus alargó su mano y señaló la pintura.

—No. Por supuesto que no. Solo que, en cierta forma, no quiero revolver la casa ahora.

—¿Seguro?

—Seguro.

—¿Sí sabes que la autoría es uno de los factores que más influyen en el valor de una obra de arte?

—No lo sé. Supongo que sí.

—Hermano, lo que quiero encontrar es el certificado de autenticidad o un certificado de una tasación oficial —inquirió el rubio.

— ¡Jesús, Matheus! Mi tío acaba de morir y esto se siente como una violación a la propiedad —dije rápidamente.

—Lo entiendo. Sin embargo, habrá que saber si es una obra original o es una maldita falsificación —anunció el rubio.

—Matheus, a vos nunca se te escapa
nada... ¿verdad?

—Yo solo te diré que si no encuentras el certificado vas a tener que pagarle a un perito profesional especializado en Bellas Artes —dijo con el rostro deformado por la resignación.

—Yo no pienso contratar a ningún perito — dije, mientras ladeaba mi cabeza.

—Respeto tu decisión. Solo imagina que es una pintura original de Andy Warhol. En el caso de que estés interesado en vender o asegurar la pieza, tendrás que ir con alguien  que este capacitado para ésto.


Oye Matheus, no intento contradecirte pero primero habría que investigar por nuestra cuenta ¿no creés?

Esta pintura es conocida. Es una serigrafía, que luego le fue pintada encima con acrílicos. Es Mao Tse-tung.

—¿Quién? —exclamé confundido.

—Tse-tung fue un dictador Chino.

No entendí que me quería decir.

—Mathe... Oh, amigo, ¡discúlpeme por ser mi ignorancia!— . Matheus me miró como si yo tuviese la intelectualidad de un chimpancé.

—Está bien. Déjalo ahí.

—Tu no entiendes... Desde que recibimos el resultado positivo de Lalo, hasta ahora que falleció, han pasado casi doce meses.

—¡Woah! Un año. Ahora tienes veinticuatro años y yo tengo treinta y un años. Este año no hicimos nada. Ni siquiera festejamos el cumpleaños de nadie —dijo el rubio con voz susurrante.

—Francamente, lo único que hice fue trabajar para saldar cuentas bancarias. Por suerte estoy saliendo a flote y nuestro jefecito me dará un aumento —anuncié— , y no precisé ayuda externa.

—Entiendo. Tu plan de promoción digital es una buena idea —dijo el rubio curvando la comisura de sus labios.

—Yo cruzo los dedos.

—¡Eres muy, pero muy astuto!

— Pero si fracaso, todo será muy, pero muy peligroso —dije, mientras me ponía de pie para limpiar la mesa del comedor.

—Hay que tener fe, mi amigo —masculló Matheus.

—Ahora solo me queda conversar con Mathilde —aullé, desde la cocina.

—Déjalo asi por un momento. Ahora escucha cuidadosamente Demetrius. No se lo digas a nadie en el hipermercado. En verdad, ni siquiera abras la boca después de lo que te voy a decir.

—Entendí, pero...

—Patty Boyd me dijo que se besó con Mathilde. Parece que meses atrás comenzaron a ir a un antro gay.

—¡Oh, Dios! ¿Son lesbianas? —dije, ojiplático.

—No, hombre... son bisexuales.

Juro por Dios, que me quede sentado allí sin moverme durante unos minutos interrumpidos, tratando de imaginar que se suponía que debía pensar. Quiero decir: ahora todos estamos en un círculo vicioso.

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Infames (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora