Gélida como la nieve

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Compartir con Monique, es como volver al año 2000. Ella se vé exactamente igual después de casi tres años, lo digo en serio. Siempre esta feliz y relajada. Agradezco que me haya guiado en los momentos difíciles. Ella siempre es muy amable a su forma y muy generosa con todo el mundo.

Llegué a la clínica para ver si ya le habían dado el alta médica.

—Hola. Lamento no haber estado aquí para cuidarte.

—No te preocupes, el doctor va a revisar mi presión una vez más y ya podré salir de aquí —dijo Mathilde.

Me sentí feliz por traerla de nuevo a casa, me estresaba pensando que no quería estar lejos de ella, sabiendo que algo malo podría suceder. Tenerla lejos no es una opción para mí, ya que eso me enloquece.

—Justo a quién quería ver —dijo mi esposa al descender del auto.

—¡Ja! ¿No querías verme a mí? Dime... —dijo Monique.

—¿Qué haces en mi casa? ¿Por qué estás usando mi pijama de la suerte? —preguntó Mathilde con frunciendo el ceño.

—Demetrius ¿Acaso no le contaste lo que sucedió anoche? —dijo y me lanzó una mirada inescrutable.

—Bueno, tu amiga vino con su nuevo y renovado novio y luego apareció Matheus.

—¡Ja!

—Imagínate lo que sucedió... —agregué.

—A todo esto, yo ya los había visto juntos en el bar de la esquina. Me llamó la atención que mi hermano no supiera nada al respecto. El salchichero tenía puesto un gamulán de nobuk marrón, y no dejaba de mirarme: éste tipo no es de fiar, hasta pensé que podría ser un maldito pervertido, y no quería decir nada, así que le pregunté porque me observaba de ese modo —dijo Mathilde.

—¿Has hablado con ese tipo, entonces? —pregunté preocupado.

—Sí, cuando Monique fue al toilette.

—Entendí. Cuéntame como reaccionó ante tu pregunta —insistí.

—Fue muy directo. Dijo que sabía que era la hermana de Matheus y que me quería lejos de su relación. Pensé que él lo odiaba o estaba muy celoso.

—Touché. Continúa —dijo Monique.

—Bien; el problema es que Monique no está preparada mentalmente para todo esto. Todavía pensás en mi hermano. Él tampoco está listo. Pero la mayoría de los idiotas siempre esperan que alguien se separe de su pareja para atacar como lobos hambrientos, ¿qué podés hacer amiga?

—¿Entonces? —dijo Monique desconfiada.

—Entonces, si en definitiva se encuentran estos dos frente a frente, van a pelear. Es la naturaleza del macho —añadió Mathilde.

—Bueno, lo que sucedió anoche es exactamente eso, amiga; pero sí, ésa también es mi impresión. Ayer por la madrugada hablé con mi nuevo novio y él me dijo que no va a tolerar más falta de respeto —dijo Monique con cara larga.

—Comprendo ¿Puedes decirme si... qué es lo que harás? —exclamó mi esposa.

—Eso varía según mi humor. Si me maltrata me pondré iracunda y lo enviaré al infierno, sin embargo también quisiera poder hablar con tu hermano y ver que siente por mí.

—Monique, vos deberás... bueno, prepararse para tomar una decisión, tal vez nada salga bien —mascullé.

—Pues, sí —Se levantó de la silla. Me dirigió una dramática sonrisa.

—Ya. ¿Algo más? —pregunté.

—Cállate, Demetrius. Me resulta difícil pensar que ella ya tiene un nuevo amor y tengo una curiosa mezcla de sentimientos encontrados. No tengo una pizca de piedad para con el salchichero —dijo Mathilde con la mirada intransigente.

—Una última cuestión. El hombre me pidió matrimonio. Quiere que nos casemos lo más antes posible.

Una advertencia, amiga. No te cases por despecho. Ese hombre es un ex convicto —chilló Mathilde.

Monique dijo que aún no sabía que deseaba hacer con su vida amorosa. Exhalaba profundamente y nos clavaba sus profundos ojos verdes, desafiandonos con la mirada.

Le pedí a mi amiga que me dejara de ver con esos ojos y ella dijo que la habíamos dejado gélida como la nieve.

Infames (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora