A través de las Sombras © [MUESTRA] [EN FÍSICO]

CAPÍTULO XXX

—No puedo creer que estemos aquí —comentó Kaden.

—No, ni yo —murmuró Aura, justo al tiempo en que Lucas decía:

—Así que... ¿Esto es?

Ahí, Sabrina frunció el ceño.

—¿Qué esperabas?

Lucas se encogió de hombros.

Aura esbozó una leve sonrisa, examinando cuidadosamente todo a su alrededor. La noche se cernía sobre ellos, y el suave sonido de las olas reventado les llegaba a lo lejos. La playa estaba oculta a la vista y no había viento. Pronto la chica comenzó a salir de su estupor al tiempo que la desorientación inicial empezó a desvanecerse. Caminó unos pasos más allá, intentando seguir el sonido del agua para llegar al borde de la isla, pero resultaba demasiado fácil perderse dentro del bosque, así que desistió luego de unos minutos. Miró a Sabrina con un interrogante en los ojos.

—La Aldea de las Brujas está en el centro de Bolcara. Por suerte para nosotros, este lugar no es demasiado grande, pero hay que cruzar al menos la mitad del bosque para llegar.

Aura asintió sin decir palabra, le resultaba difícil creer que había vivido ahí en algún momento. Durante la siguiente media hora, todos dejaron los bolsos y las cosas que traían en un montón sobre la arena, y se dedicaron a explorar el entorno desconocido en el que se encontraban. Solo Sabrina parecía tener una pequeña noción del lugar en donde estaban.

—¿Cómo sabremos que vamos en la dirección correcta? —preguntó Kaden al cabo de un minuto.

Sabrina pareció meditarlo antes de responder.

—Seguiremos la dirección del sol. Para eso, obviamente, hay que viajar de día —puntualizó—. Además, es muy fácil perderse de noche.

—Acamparemos, entonces.

La muchacha asintió y comenzaron a sacar cosas de distintas mochilas. Una canción se deslizó por la mente de Aura, y comenzó a tararearla para sí misma mientras se las arreglaba para sujetar las varillas de metal que le darían forma al techo de la carpa que estaban armando. No estaba del todo segura de estar haciéndolo bien, pero como nadie añadió nada más, lo dejó pasar.

Lucas y Kaden trabajaban en lo mismo escasos metros más allá. Aura no tardó demasiado en armar la tienda, y resultó ser que, cuando se alejó, esta se mantuvo en pie, así que sonrió para sus adentros. Miró a su alrededor, notando un movimiento en la maleza que crecía por donde el bosque comenzaba y se acercó para ver a Sabrina emerger como saliendo de ninguna parte.

Al verla, sonrió.

—Encontré unos troncos bastante grandes un poco más allá —señaló—. Podemos armar una fogata.

La chica asintió.

En menos de una hora, el fuego ardía cálido en el centro de la arena gracias a la magia de Lucas, y todos se hallaban sentados alrededor, contemplando en silencio cómo las llamas se elevaban crepitando hacia el cielo. La madera crujía de vez en cuando al quemarse, y Aura por alguna razón encontraba el sonido relajante. Se encogió de hombros, casi como si tuviera frío, y una vez más en lo poco y nada que llevaban ahí, dijo: