CAPÍTULO XIX

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Aura nunca llegó a saber del todo cómo fue que sucedió

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Aura nunca llegó a saber del todo cómo fue que sucedió.

Despertó de golpe, con la sensación de un grito atorado en su garganta.

—¿Lucas? —susurró en la oscuridad del cuarto del chico, pero de aquel sueño solo ella había despertado.

Su respiración estaba agitada, casi tanto como los latidos desenfrenados del corazón que amenazaba con salírsele del pecho; los nervios, la ansiedad y el miedo crecían en la boca de su estómago y se mezclaban en su interior haciendo imposible distinguir uno del otro. Era apenas consciente de la presencia del chico a su lado, y la alteraba el presentimiento de que algo andaba mal. Horrible y dolorosamente mal. Ella había despertado, Lucas no, y no había ningún modo de que eso estuviera bien. Los recuerdos del sueño permanecían borrosos; recordaba con claridad el comienzo, la caverna y... ¿la oscuridad? ¿Qué demonios había pasado al momento antes de despertar?

Entonces las sombras llegaron por montones hasta inundar el piso de la habitación y cubrirlo por completo. Ellas siseaban, murmuraban con un horrible sonido que aumentaba poco a poco su intensidad hasta convertirse en un chirrido capaz de destrozarle los tímpanos a cualquiera. Quiso llevar las manos a sus oídos para intentar amortiguar el sonido, mas no pudo moverse. «¿Qué demonios?».

Trató desesperadamente de moverse, de reaccionar, pero lo único en su cuerpo que parecía hacerle caso eran sus ojos grises, nublados por el miedo de no entender qué sucedía. Ella había despertado, sin embargo, su cuerpo parecía todavía estar dormido. Los segundos parecieron fluir con una dolorosa lentitud desde ese momento. El ruido estaba volviéndola loca, no le dejaba pensar. Quería que parara, necesitaba que se detuviera... ¿Había aumentado de volumen, o eran solo las sombras que se hallaban más cerca?

«¡Lucas!». Su voz no le respondía y, aunque lo hubiese hecho, dudaba que se hubiera escuchado por sobre el ruido que hacían esas... cosas.

Ahí fue cuando el sonido se volvió insoportable y la chica gritó, o al menos creyó que lo hacía, porque su cuerpo seguía sin responderle. El sonido no la dejaba concentrarse... Dolía... La lastimaba... Cada nuevo alarido se incrustaba en sus tímpanos y en su cerebro como pequeñas agujas de hielo que hicieron la sangre correr desde sus oídos hasta pegotearse en su cabello.

«No debiste intentarlo», siseó una voz dentro de su cabeza, y solo así fue que consiguió dejar de escuchar el chirrido de las sombras, pero el dolor sucedió a la voz, como punzadas dirigidas directo a su cerebro, dificultando aún más cualquier intento de resistencia que trataba de oponer.

Seguía sin poder moverse, seguía sin poder hablar. El dolor y el ruido ocupaban toda su mente. La vista se le volvía borrosa por las lágrimas que no tenía fuerzas para contener.

«Pudiste haber evitado todo esto», dijo nuevamente la voz de Stephan. ¿Sería ella la única capaz de escucharla? Y Lucas... ¡¿Por qué no despertaba?!

A través de las Sombras © [MUESTRA] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora