Aura tiene visiones extrañas. Sueños, en realidad, en los que un ente sin rostro le quita la respiración... pero lo inquietante no es eso, sino que, por algún motivo, las marcas de sus sueños se quedan grabadas en su piel. Eso no puede ser normal...
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Durante tres días no hubo sueños. Durante tres días fue como si las sombras y las pesadillas jamás hubiesen existido. Durante tres días no hubo nuevas marcas en su piel ni extraños mareos.
Durante tres días no hubo señales de Lucas.
Aquel sábado Aura se levantó temprano y se encaminó a la universidad, pues tenía que presentar un recuperativo del examen que se había perdido cuando sombras la atacaron; había estado tan nerviosa ese día que se había ido del campus sin recordar la evaluación siquiera. Las sombras habían desaparecido desde entonces, y Lucas también. No se había dejado ver en la universidad y Aura ya había perdido la esperanza de encontrarlo en su casa.
Durante todo el camino repasó mentalmente los contenidos que le evaluarían ese día. El hecho de no tener los sueños como desconcentración adicional le había despejado la cabeza lo suficiente como para permitirle estudiar a conciencia. Una vez en el aula se sentó en una de las primeras filas con la hoja en mano, junto a otras dos chicas y un muchacho de los cuales no recordaba los nombres. Contestó todas las preguntas con bastante seguridad y, una vez que la hora mínima fue marcada, entregó el examen. Clayton lo recibió apenas dirigiéndole una mirada a la chica.
Entonces una idea la asaltó.
—¿Sabe si...? —titubeó—. ¿Sabe si hoy vino Lucas Straford? Es que tengo pedirle unos apuntes que le presté.
El hombre la miró entonces; pareció perderse en sus pensamientos durante un segundo antes de responder.
—No le he visto desde el miércoles —contestó—. No en mis clases, al menos.
A Aura se le cayó el alma a los pies. Un extraño sentimiento comenzaba a brotar en su pecho. Asintió por toda respuesta, sin saber qué más decir. La chica se dio la vuelta, dispuesta a marcharse, cuando la voz de su profesor de Historia Civil volvió a hablar a sus espaldas.
—Si ve al señor Straford... —comenzó, pero se detuvo un momento, para luego negar con la cabeza—. Dígale que me debe un examen.
Aura asintió, saliendo del lugar.
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