CAPÍTULO X

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Lucas abrió la puerta de su casa con aire derrotado

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Lucas abrió la puerta de su casa con aire derrotado.

Nada, no había encontrado nada. Lo único que había conseguido esos días había sido desperdiciarlos. Le entraron ganas de reír en ese momento; se contuvo.

La llave pareció trabarse en la puerta al querer sacarla. Lucas se volteó, suspirando, y fue cuando vio la nota. Una hoja doblada de papel cuadriculado descansaba en el piso. El chico se agachó a recogerla y cerró la puerta tras él. Arrojó sus cosas al sillón más cercano y desdobló la nota. Una caligrafía temblorosa lo esperaba dentro:


Lucas:

Desapareciste. Desapareciste y necesito respuestas. No sé dónde has estado, o cuándo vas a volver, pero cuando lo hagas... por favor, llámame.

—Aura.


Maldijo en voz baja. Una semana, la había dejado sola por una semana sin tener idea de a qué se enfrentaba. Quién sabía qué podría haber pasado en ese tiempo. «Estúpido», pensó entonces. Si algo le había pasado, sería su culpa.

Tomó su celular, tipeando los cuatro dígitos de la clave con prisa y marcó el número escrito al reverso de la hoja. A los cuatro tonos la llamada saltó al buzón de voz.

Lucas volvió a maldecir y marcó de nuevo. Buzón de voz otra vez. Tomó su mochila del sillón y se dirigió a su habitación. Estaba cansado, apenas había dormido un par de horas la noche anterior. El tiempo se le había acabado y no había encontrado las respuestas que necesitaba.

Marcó de nuevo y, como las veces anteriores, nada ocurrió.

Se dirigió al baño y se duchó apresurado, con las gotas de agua fría resbalando por su piel sin que realmente le importara. Al salir volvió marcar. Un tono. Dos tonos... Entonces alguien contestó, pero no fue Aura.

—¿Hola? —preguntó la mujer al otro lado de la línea.

Lucas no reconoció su voz; sonaba cansada.

—¿Aura?

—Soy su madre —respondió la mujer—. Evelyn. ¿Quién habla?

—Lucas. Soy... —titubeó—. Amigo de Aura, de la universidad. ¿Puedo hablar con ella?

Silencio. Por un segundo Lucas comenzó a creer que había colgado, sin embargo, la respiración pesada de Evelyn la delataba.

Finalmente, su voz sonó como un susurro:

—¿No te has enterado? —el chico se paralizó al instante. Un sentimiento comenzó a formarse en la boca de su estómago y eso no le gustaba para nada.

—¿En... terarme?

Un silencio sepulcral se escuchó al otro lado de la línea, un silencio que duró unos agonizantes minutos en los que por su cabeza pasaron millones de desenlaces posibles.

A través de las Sombras © [MUESTRA] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora