CAPÍTULO I

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En el sueño, Aura ya se estaba ahogando

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En el sueño, Aura ya se estaba ahogando. Era el mismo sueño de siempre, y venía repitiéndose desde hacía semanas.

Esa noche apenas cayó dormida la ya familiar sensación de asfixia la asaltó: llegó de golpe, sin que pudiera preverlo a pesar de que no era la primera ocasión en que le ocurría. Fue más fuerte que otras veces: se ahogaba, y odiaba ser consciente de cómo sus pulmones quemaban suplicando por algo que ella no podía darles. Trataba de respirar con desesperación, pero solo conseguía que la mano en su garganta apretase con mayor fuerza.

«Mientras más luches, más rápido te ahogarás», dijo la voz. Parecía no venir de ninguna parte y de todas a la vez: era un murmullo que le susurraba la oscuridad a su alrededor.

Por supuesto, eso Aura ya lo sabía, mas debía aparentar. Poco a poco dejó de luchar y de moverse. Exhaló todo el aire que le quedaba en los pulmones, esperando así que la presión constante que sentía en la tráquea se aflojara. Fingió que se quedaba sin fuerzas y cerró los ojos. Procuró estar lo más quieta posible, con la esperanza de que la creyeran muerta para que así la soltaran. Desgraciadamente, la oscuridad ya conocía ese truco, e intensificó su agarre. Su visión comenzó a empañarse de puntos negros. ¿Podía pasar eso en un sueño? Sentía que su cuerpo se derretía a causa de la falta de oxígeno. Intentó pelear una vez más contra la sombra sin rostro que la retenía incluso cuando ya no tenía las fuerzas suficientes para oponer la resistencia que necesitaba.

«Eres patética». Percibió el siseo demasiado cerca de su oído, junto con una cálida respiración en su cuello que la hizo estremecer.

Cuando la sombra la soltó, justo antes de ingresar una enorme bocanada de aire a sus pulmones, la chica creyó ver un atisbo de la persona que había intentado (con bastante éxito, por lo demás) ahorcarla, no obstante, la imagen se esfumó de su cabeza en cuanto se dio cuenta de lo que creía haber visto. Sentía como si la conociera, aunque nunca lograba ver nada, salvo sombras.

El ente se retiró y con él, la sensación de frío desapareció; el calor regresó a su cuerpo... Y el oxígeno no llegaba... ¿¡Por qué no llegaba!?

La muchacha despertó con una capa de sudor frío cubriéndole la espalda; todo en ella estaba acelerado: su corazón latía desaforado, los pensamientos bullían en su cabeza... En la oscuridad de su habitación Aura rebuscó a tientas en el cajón de la mesita al lado de su cama, procurando mantener la calma hasta que sus dedos se cerraron en torno al pequeño tubo del inhalador. Cuando el medicamento por fin entró a su sistema la chica tosió, sintiendo cómo el aire pasaba por su tráquea con dificultad, dolor y un gran alivio. Le llevó unos minutos normalizar su respiración.

«Eres patética». Las palabras del sueño se repetían en su memoria como una grabadora que no podía detener. Aura desvió la mirada a las luces fluorescentes del reloj al otro lado del escritorio. 6:57.

Se levantó aún intentando controlarse y se dirigió al baño. A oscuras esperó que el agua se calentara, y cuando comenzó a salir vapor, se metió dentro de la ducha. Permaneció durante unos instantes más de lo debido bajo de la regadera, pensando en todo y nada a la vez, congelándose a pesar del agua hirviendo debido a un escalofrío que no podía quitarse. Estaba harta de las pesadillas, de los sueños, del miedo a cerrar los ojos y sentir que moría un poco más cada noche... Del miedo a saber que un día bien podría no despertar. Esa vez por poco no lo hizo, y ese constante temor escarbaba en ella más profundo que cualquier otra cosa.

A través de las Sombras © [MUESTRA] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora