CAPÍTULO XII

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Lucas había salido del hospital sin ninguna explicación más que el vago «tengo que irme» que le susurró a la madre de Aura, intentando con todas sus fuerzas deshacer el nudo que comenzaba a formarse en su garganta

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Lucas había salido del hospital sin ninguna explicación más que el vago «tengo que irme» que le susurró a la madre de Aura, intentando con todas sus fuerzas deshacer el nudo que comenzaba a formarse en su garganta. Las palabras que le había dicho en aquella blanca habitación lo perseguían. Había despertado del coma, sin embargo, a pesar del alivio que sentía, no podía dejar de pensar que, en primer lugar, jamás debió haberse ido.

«No vas a poder evitar las preguntas por siempre. Lo sabes, ¿verdad?», había dicho la voz de Aura semanas atrás. Antes de que cayera en coma, antes de que Lucas se fuera, antes de que todo lo que no debía pasar sucediera. Y Lucas lo sabía perfectamente.

Luego de haber sacado a Aura de la universidad el día que las sombras la atacaron y llevarla a su casa, inconsciente, el chico esperó a que despertara, pero las horas pasaban y ella seguía dormida. Apenas se movía, por lo que varias veces tuvo que acercarse a la muchacha para asegurarse de que seguía respirando y sí, lo hacía, tan débil que apenas era capaz de escucharla. El tiempo transcurrió sin trascendencia desde entonces. Lucas se había sentado y parado mil veces, y había caminado de un lado a otro de la habitación mil veces más. Su mente no paraba de dar vueltas tampoco, vueltas en su mayoría sin sentido, puesto que ninguno de sus pensamientos resultaba de ayuda.

Las sombras habían vuelto a pesar de que nunca se fueron realmente, y Stephan había vuelto también, a pesar de que él tampoco se había ido en primer lugar. La última vez que Lucas lo había visto había sido dos años antes, y no podía decir que el odio había menguado, no obstante, tenía que obligarse a dejarlo de lado, pues eso no era lo que importaba.

—¿Qué se supone que haces? —preguntó un chico rubio a su lado. Eso había sido alrededor de dos semanas atrás, cuando apenas se había marchado, y Lucas no conseguía dejar de recordar ese tiempo con asombrosa precisión.

Lucas sacudió la cabeza, tratando de alejar los pensamientos de esta y se volteó para mirar al dueño de la voz. El otro muchacho, de cabello rubio oscuro, casi marrón, lo miraba con una ceja arqueada, como si estuviera burlándose de la situación, mas Lucas podía ver que tras esa máscara se escondía la preocupación que intentaba mantener encerrada.

—Estoy pensando, Kaden —habló Lucas con elocuencia—. Podrías intentarlo de vez en cuando.

Kaden hizo una mueca. El cambio en su semblante resultó evidente.

—Gracioso —respondió ya sin rastro de burla en su voz.

Lucas suspiró.

—Kaden... Tú estuviste con ellos por más tiempo que yo... Deben haber... Tienen que haber mencionado algo...

—Lucas... No lo hicieron. Y aunque lo hubieran hecho... Tenía apenas cuatro años, no hay forma de que lo recuerde.

El chico bajó la cabeza, ocultando sus ojos violetas de la mirada del rubio. Tenía razón, claro que la tenía, pero ambos se estaban quedando sin opciones. Sin opciones y sin tiempo.

A través de las Sombras © [MUESTRA] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora