CAPÍTULO XXVI

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El viaje de vuelta se sintió incluso más largo que el de ida

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El viaje de vuelta se sintió incluso más largo que el de ida. La noche ya había caído en la ciudad para cuando llegaron, y la luna y las tenues luces del alumbrado público eran lo único que iluminaba la carretera.

—¿Estás bien? —le preguntaba Lucas cada cinco minutos. Y, cada cinco minutos, Aura sonreía y respondía lo mismo:

—Perfectamente.

No había un alma en el centro. Aura casi presentía la soledad de la ciudad desierta. No demoraron demasiado en salir a la carretera que llevaba a su casa, el camino parecía deshacerse frente a sus ojos mientras más rápido andaban. La lluvia no tardó en hacerse presente y la tormenta pronto comenzó a inundar las calles.

Cada vez que Lucas giraba el volante, cada vez que pasaban por una intersección, la chica rezaba a cualquiera que quisiera escucharla por que no chocaran. La oscuridad era casi total. El negro asfalto apenas era visible poco más allá de las luces del coche. Odiaba admitir que le había tomado cierto miedo, no obstante, ya no era por ella, sino por él, que en ese momento era el único que podía salir perjudicado en un accidente.

Al fin llegaron a la casa de Evelyn, y ahí la tarea era entrar y salir sin que ella lo notara. Aura confió en que, con lo tarde que era, su madre no estaría despierta, y no se equivocaba, aunque, conociéndola, sabría que el insomnio no tardaría en invadir su mente, por lo que supo que debían apresurarse. Ambos subieron las escaleras hasta el último piso y Aura, cuya figura ya apenas se veía capaz de sostener objetos sin que estos la traspasaran, le dijo al chico que tenía que abrir la trampilla que conducía al ático. Tal como la última vez, las partículas de polvo parecían flotar en el aire cuando ellos entraron, aunque ahora no había luz más que la luna plateada para alumbrarlas. De todos modos, Aura no la necesitaba para saber a dónde ir. Levantó la alfombra para revelar la tabla bajo la que se ocultaban mil recuerdos enterrados, pero esta traspasaba sus manos sin moverse ni un centímetro. «No, no, no», decía ella una y otra vez en su cabeza. Tuvo que concentrar toda su energía en sus dedos para lograr levantarla.

—Deja, yo lo hago —susurró Lucas a su lado, agachándose junto ella para quitar la tabla.

Aura se apartó, sintiendo cómo su presencia en ese plano evanecía poco a poco.

—Es el anillo que está en la caja —susurró también, mas sabía que a ella su madre jamás lograría escucharla.

Lucas la miró sin que ella pudiese descifrar lo que estaba pensando antes de hundir la mano en el montón de papeles para sacar la caja azul que contenía el anillo que su padre le había regalado.

Salieron del ático antes de darle tiempo a Evelyn de despertar. Aura se volteó en el último minuto para observar la trampilla, su casa, la habitación de su madre... pensando en que quizá jamás volvería a ver aquel lugar. Y no pudo evitar preguntarse cómo las cosas cambiaron tanto cuando menos se lo esperaba.

 Y no pudo evitar preguntarse cómo las cosas cambiaron tanto cuando menos se lo esperaba

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A través de las Sombras © [MUESTRA] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora