A través de las Sombras © [MUESTRA] [EN FÍSICO]

CAPÍTULO XIV

Lucas se despertó a mitad de la noche con el sonido del celular vibrando en la mesa.

Abrió los ojos despacio, como si sus párpados estuviesen pegados y le costara levantarlos. Lo primero que vio fue la oscuridad de la estancia, siendo apenas consciente de la luz aún prendida del pasillo, que se colaba débilmente en la habitación por la rendija de la puerta.

Aura dormía abrazada a él, con la cabeza apoyada sobre su pecho. Su oscuro cabello rubio se esparcía desordenado por la tela de su camiseta y su respiración era acompasada. Lucas tuvo la certeza de que las pesadillas no entraron en su cabeza; estaba tranquila y lo agradeció. 

El sonido del celular vibrando volvió a taladrar sus oídos. Lucas se estiró cuidando de no despertar a la chica y tomó el teléfono de la mesita de noche. El brillo del aparato lo obligó a cerrar los ojos durante un momento mientras vibraba en su mano. Una llamada entrante apareció en la pantalla, pero se cortó antes de que pudiese llegar a contestar. ¿Quién diablos llamaba a esa hora?, se preguntó, a pesar de que ni siquiera sabía en qué hora vivía. La respuesta le llegó en cuanto desbloqueó el aparato; apenas eran la una de la mañana según lo que marcaba el reloj, lo cual lo desconcertó. Había pensado que era mucho más tarde a pesar de que tampoco era precisamente temprano. Tres llamadas perdidas y dos mensajes de texto. Él hizo una mueca, extrañado, hasta que vio el nombre de Evelyn Hale aparecer en la pantalla. Ignoró las llamadas y pasó a leer los mensajes.

«¿Está contigo?»

Lucas se paralizó durante un segundo y miró a la chica junto a él. Pasó al segundo mensaje.

«Lucas, ¿Aura está contigo?». Tipeó con rapidez.

«Está conmigo».

Durante un rato no hubo respuesta, sin embargo, Lucas tuvo la certeza de que la mujer había visto el mensaje. ¿Qué estaría pasando por su cabeza en ese momento?

La luz del teléfono volvió a parpadear en su mano.

«Por favor... cuídala».

Sus músculos se tensaron. Pasó lentamente la mirada por los brazos de la chica que, a pesar de estar tapados por la capucha que le había dado hacía casi cuatro horas, Lucas sabía que estaban cubiertos de marcas violáceas que se habían trasladado de los sueños a la realidad, marcas que delataban el toque de la oscuridad en su piel. Sin pretenderlo Lucas se encontró pensando en el brazo que tenía rodeando la cintura de Aura y se dio cuenta de que estaba más delgada que la última vez que la había visto hacía una semana. Ella se sentía frágil bajo su tacto y no pudo reprimir el pensamiento de que podría haberlo evitado.

«Dalo por hecho».

Un temblor lo recorrió. Aura se removió contra su cuerpo, provocándole escalofríos. Dejó el celular de vuelta en la mesa conteniendo un bostezo. El cansancio acumulado de los últimos cuatro días que había pasado despierto en el hospital hizo que sus ojos se cerraran con pesadez.