CAPÍTULO II

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«Es un sueño», se repetía Aura con fervor

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«Es un sueño», se repetía Aura con fervor. La oscuridad se desenvolvía a su alrededor fría y espesa, siseando mientras se arrastraba hasta ella a ras de suelo, casi como agua. A la muchacha le costaba respirar, no por la asfixia. No, esta vez no. Esta vez lo que la ahogaba era su propio miedo, reflejado y aumentado por las sombras que eran como la propia encarnación de este. Se forzó a controlarse, a medir sus movimientos y reacciones; no quería que la oscuridad se percatara del terror que le provocaba. «¿Por qué ahora?», se preguntaba. Si las sombras nunca la habían asustado antes... ¿por qué ahora? ¿Qué había cambiado?

—Es un sueño —murmuró.

«¿Eso crees?». La oleada de sombras se juntó tras la chica y se alzó, tomando una forma corpórea y negra que irradiaba algo más profundo y quizás incluso más aterrador que el miedo: era la esencia de la soledad y el pánico en su perfecta expresión. «¿Eso es lo que te dices a ti misma, Aura?», sisearon las tinieblas, y esa vez algo cambió. Esa voz... Aura había escuchado esa voz antes. No sabía dónde, no sabía cuándo y, sin embargo, estaba tan segura como de pocas cosas lo había estado hasta entonces. «¿Crees que puedes engañarte tan fácil?», volvió a decir la sombra, acechándola.

Aura corrió con toda la rapidez que las piernas le permitieron, pero las sombras parecían saber con exactitud a dónde iba aun cuando ni ella misma lo sabía. ¿Dónde estaba? A su alrededor todo parecían ruinas de lo que alguna vez pudo haber sido una ciudad o un pueblo. Desolado, destruido... arrasado. El paisaje le parecía vagamente familiar a pesar de que estaba convencida de no haberlo visto antes... ¿Verdad?

Lanzó un chillido cuando las sombras se enrollaron alrededor de sus tobillos, haciéndola tropezar. Se dio vuelta y estiró los brazos en acto de reflejo, queriendo empujar a la sombra de un manotazo. De la nada un nuevo conjunto de sombras salió de sus dedos, haciendo que la que la tenía sujeta por el tobillo la soltara y retrocediera como un cachorro asustado.

«Interesante», siseó la oscuridad. Y, aunque Aura no la vio, podría jurar que sonreía.

El espectro continuó avanzando con total lentitud y calma; el tiempo se ralentizó. Aura volvió a correr, sintiendo que sus piernas se volvían cada vez más lentas. Antes de que pudiera darse cuenta, una nueva sombra se interpuso en su camino y la hizo caer. El dolor estalló en su rodilla izquierda y sintió la sangre salir de la herida abierta. Trató de ponerse de pie rápidamente. Grave error.

La vista se le nubló y la cabeza le dio una sacudida.

Una sacudida más y Aura advirtió cómo unos dedos se cerraban con fuerza en torno a su muñeca y tiraban bruscamente de ella hacia arriba. Cuando pudo abrir los ojos de nuevo, se encontró cara a cara con la sombra. Esa era la primera vez que veía con nitidez un rasgo de su atacante, ya que la visión no se le nublaba por la falta de aire y le permitía ver los siniestros ojos del ente, tan oscuros que parecían interminables. Oscuros como el alquitrán puro. La veían con furia y parecían ser capaces de arrancarle el alma del cuerpo si los seguía mirando.

A través de las Sombras © [MUESTRA] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora