Volvió a dejarse caer sobre la cama, enterrando la cabeza en una almohada y conteniendo las ganas de gritar. Cerró los ojos y los colores invadieron su cabeza. Vio el gris de los ojos Aura, el morado de los suyos propios. Vio el color que debería tener el cielo de no haber estado nublado, el verde del pasto... ¿Estaba alucinando ya? Sintió a la joven revisando con cuidado la piel de su espalda.

La siguiente vez que despertó Aura estaba a su lado. Era de noche. Sentía la fiebre en cada parte de su cuerpo, pero el frío que casi le quemaba ya no era tan intenso. No sabía cuánto tiempo había pasado, ni tampoco en qué momento se había quedado dormido, no obstante, supo que había pasado lo suficiente como para que el medicamento le hiciera efecto... Más o menos.

No, en realidad se sentía exactamente igual: adolorido... y a la vez algo atontado, como si todo le causara gracia.

—¿Qué fue... lo que me diste? —inquirió entre jadeos. Hablar le costaba.

La muchacha pegó un saltó en su lugar y Lucas quiso reír hasta que el dolor le impidió moverse.

—No eran drogas, si eso es lo que te estás preguntando.

—Bueno saberlo —murmuró—. ¿Y ent-tonces?

Ella se encogió de hombros.

—Antibióticos. Y algo de analgésicos. Así intentaremos evitar una infección, bajar la inflamación... y el dolor, espero.

Lucas frunció el ceño.

—Ni siquiera v-voy a preguntarte cómo... los conseguiste.

Aura se encogió de hombros sin decir nada. Él tampoco pronunció otra palabra, se sentía demasiado débil para eso. En cambio, se quedó observando a la chica sin que ella se diera cuenta. Veía su imagen un tanto borrosa, pero la observó de todos modos con los ojos entrecerrados: el tono de su piel, la forma en que le caía el cabello por la espalda...

—¿Por qué me estás viendo así? —susurró.

Lucas sacudió la cabeza: la fiebre no lo dejaba pensar.

—S-sí que m-me drogaste —murmuró por lo bajo.

Ella sonrió con debilidad.

—Escucha, sobre lo del viernes...

—Ya t-te dije que n-no fue tu culpa...

—Te escuché —replicó—. Igual siento que hayamos hecho todo por nada y que hayas resultado herido. Lo siento...

—Está bien. —Sintió cómo la cama se hundía levemente a su lado bajo el peso de la chica. Hizo una mueca de dolor. Aura permaneció quieta, con la mirada fija en el techo, y Lucas cerró los ojos, escuchando el sonido de su respiración mientras un extraño sentimiento le atravesaba el pecho. «Mejor yo que tú»—. No fue en va-no —dijo después de un rato, cuando el silencio comenzaba a pesar sobre ellos.

—Dijiste lo mismo ese día.

—No f-fue en vano. Tenías razón, Aura. Stephan sabía dónde estaba... la espada. —Ella se mantuvo el silencio, atravesándolo con sus ojos grises—. Después de que despertaras... me di cuenta de q-que estaba en un lugar al que solo he ido... en mis... sueños...

—¿Dónde?

—La espada... está escondida en la Aldea de las Brujas.

 está escondida en la Aldea de las Brujas

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A través de las Sombras © [MUESTRA] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora