Capítulo 49 - Ya no soy más tu problema

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Elliot llegó a casa inhalando y exhalando con mucha dificultad, nervioso por lo que su Padre le había mencionado, cartas... ¿Qué cartas? Él nunca...

—Elliot —el chico levantó la mirada, fingió una sonrisa y vio a su Madre preparándose para irse a su turno nocturno —¿Dónde estabas?

—Ah... salí con Jonathan, estaba en su casa.

—Dejé la cena en el microondas —ella tomó su bolso y caminó hacia la puerta —Buenas noches, te quiero.

—Igual Mamá, igual... —el chico sonrió, la vio salir y borró aquella mueca de su rostro. Caminó apresurado hacia el cuarto de ella, pensó detenidamente donde podía buscar unas cartas que ni siquiera estaba seguro si existían.

El chico sacó las cajas con recuerdos que su Madre tenía arriba del armario, las vació por completo con cuidado, separando cada cosa para luego dejar todo como estaba. Él dejó la última caja color azul donde estaba, se sobresaltó al escuchar el teléfono, era Robert quien estaba haciendo una videollamada.

—Hola —sonrió algo distraído por todo lo que pasaba en su mente.

—¡Hola! Hey, quería enseñarte algo nuevo de mi casa.

—Genial —dijo mirando hacia el librero, poniéndose de pie y mirando cada uno de los libros, hasta que encontró uno que su Madre a veces tenía sobre la cama, o sobre la mesita de noche, pero nunca la había visto leyéndolo.

—...entonces esta es la tina nueva, es gigante, quiero que tú y yo... ¿Elliot?

—Te llamo en un segundo —el menor cortó la llamada y lanzó el teléfono sobre la cama, sostuvo el libro con las manos temblorosas, al abrirlo se dio cuenta que no era lo que esperaba, o quizás sí. El libro en realidad no existía, era una caja secreta, llena de sobres abiertos —Dios no... no, no, no... —el chico cayó al suelo, abrió cada una de las cartas y las leyó con atención.

Querido Elliot.

¡Feliz cumpleaños! Felices quince años, estoy feliz de que ingreses a esta nueva etapa de tu vida donde te conviertes en hombre, se lo orgullosa que debe estar tu Madre de ti, no sé realmente si ella te entrega mis cartas, te he escrito por tantos años y ella me ha dicho lo mucho que me odias, pero quizás mientras más adulto seas, mejor entiendas como son las cosas; te quiero, espero te guste mi regalo.

Elliot frunció la mirada, se levantó, tomó las llaves de su auto y condujo a toda velocidad, entró al hospital y buscó a su Madre, al encontrarla le puso la carta en el pecho y ella se quedó sin aliento.

—¿Qué es todo esto?

—Elliot.

—¿Papá en realidad no se alejó? ¿Tú lo alejaste de mí?

—Claro que... —ella miró hacia todos lados —Elliot déjame explicarte que... no es como...

—¿Por qué? Explícame, te escucho.

—¿Podemos hablar en casa?

—No.

—Elliot.

—¡Llevas años engañándome! ¿Crees que puedes tener el derecho de pedirme que espere una explicación? Dime ahora que sucede o no me vuelves a ver en tu vida.

—No me digas algo así, tú no podrías...

—Tengo el dinero suficiente para irme donde quiera, ¿Recuerdas? No necesito de nadie —Elliot estaba amenazándola, sabía que aquello funcionaría; dos segundos después estaban en el comedor del hospital, ella abrazaba una taza de café mientras Elliot solo la miraba fijamente, preguntándose qué más podría estarle escondiendo su Madre.

Real Para MíWhere stories live. Discover now