Capítulo 37 - Mi diario: Parte dos

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Querido Niccolo.

Debo seguir hablado un poco de mí, ya que en persona me es un poco difícil revelar todo lo que siento. Puedo ser bromista y todo, pero decir que estoy triste o que me duele algo, eso jamás lo digo.

Hay algo que no sabes, intenté pedirte perdón un par de días después de terminar contigo.

Era la noche del baile, fui a buscarte, quería tomarte de la mano y decirte que estaba loco por ti, que todo lo que había dicho era un error, que me odiaras por el resto de tu vida pero que a la vez me perdonaras y estuvieras a mi lado, pero te vi bailando con Pietro. No sé qué pasaba en ese momento, quizás solo fue un baile de amigos, muy probablemente haya sido eso, pero me imaginé tantas cosas, destruí las flores que te llevaba, y me regresé al auto.

Conduje hasta llegar a la mitad del camino, me detuve en la nada y comencé a llorar, porque te quería tanto y te había perdido, y me siento mal al escribir todo esto, me da la impresión que si lo lees, te sentirás obligado a estar conmigo, pero la verdad es que no quiero eso, solo quiero que sepas, que si te rompí el corazón, yo también tomé el mío y lo hice pedazos.

El color rojo se esfumó y solo quedó el gris, me apagué tanto que ahora estoy acá, a la mitad del jardín en una clínica, esperanzado de que todo salga bien estos días y pueda volver a verte, al menos solo para decirte que lo siento.

Te quiere, Trent.

PD: Anoche soñé contigo, te lo cuento en la siguiente carta.

*

La entrevista por fin había finalizado, Robert se puso de pie y empezó a caminar hacia el camerino, Macarena le siguió preocupada y llegó hasta su lugar.

—Hola —dijo —¿Cómo estás?

—Me quiero ir a mi casa, solo vengo por mi teléfono, no lo encuentro, ¿Dónde está mi teléfono?

—Robert... —Andrés llegó corriendo, Roby le vio y caminó apresurado para abrazarle —Todo bien, tranquilo, todo bien.

—¿Todo el mundo me odia?

—No —aclaró —por supuesto que no.

—Robert, lo que has hecho ha sido muy valiente —le sonrió Macarena —No tienes que preocuparte de nada, debes estar feliz por ser quién eres.

—Si, no creo que mi Padre piense eso —dijo preocupado —Mierda, hasta revelé lo de las novias, va a matarme, va a... —un teléfono comenzó a sonar, Roby miró hacia todas partes esperanzado de que fuera Elliot, pero no, era su peor pesadilla.

—Tu Papá está llamando.

—Córtale —dijo Robert.

—No puedo cortarle Roby, trabajo para él también.

—Córtale la llamada —Robert tomó el móvil, lo apagó y Andrés presionó sus labios —¿Por qué Elliot no me llama? Quizás no estaba viendo la entrevista, quizás ni siquiera sabe todo lo que está pasando.

—Será mejor irnos al apartamento —Andrés ordenó las últimas cosas del chico —Ven —Macarena se despidió del pelinegro con un cálido abrazo y un beso en la mejilla. Robert se sintió observado la mayoría del tiempo.

*

Querido Niccolo.

Querido, ¡JA! Nunca te he dicho así en persona ¿O sí? No lo recuerdo, creo que no, bueno en fin, te dije que iba a contarte que soñé contigo hace unos días, fue muy raro, muy raro, pero yo estaba en mi cuarto, mi cuarto real no éste de la clínica. Entonces comenzaba a llover, salí a mirar la lluvia, me abrigué y me puse algo para no empaparme de agua, pero no me mojaba, todo el mundo si, excepto yo, te vi tomado de la mano de alguien, no sé quién era, no parecía Pietro, quizás mi mente te inventó una persona para ti, es lo que mi enfermedad hace algunas veces, ve cosas que no existen.

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