Capítulo 2 - Contratos

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Elliot trataba de peinarse y verse un poco menos desordenado, pero ya era tarde y aún faltaba caminar al Colegio

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Elliot trataba de peinarse y verse un poco menos desordenado, pero ya era tarde y aún faltaba caminar al Colegio. El chico todo caótico, con su remera blanca doblada y sin planchar, caminó apresurado para llegar a la hora, siempre preocupado en no caerse, sus lentes aún estaba rotos y su Madre no había podido obtener el adelanto de sueldo, así que Elliot tendría que quedarse así por unas semanas.

El chico llegó a su salón, varios compañeros siempre se le quedaban viendo por su apariencia, pero a él no le importaba, cayó en su silla y acomodó sus gafas para intentar poder ver el pizarrón, mientras el sacaba sus cosas escuchaba que a ninguno de los chicos que habían hecho la audición, les habían llamado para una segunda, por lo que nadie tenía idea de qué estaba pasando.

—Seguro ya tomaron a alguno de nosotros y le avisaron, deben estar por revelarlo —decía Jonathan mientras jugaba con su labio inferior.

—No creo —dijo Melissa, una de las chicas más populares de todo el Colegio.

—¿Esperabas la llamada?

—Pues sí, ¿Díganme que ustedes no? —El grupo de chicos se desarmó cuando el profesor entró al salón, durante una hora la clase fue completamente normal hasta que un inspector entró al aula y todos se pusieron de pie para saludar y volver a sentarse.

El hombre mayor le susurró algo al profesor, el cual asintió y miró la asistencia, ya que no estaba seguro si la persona que buscaban estaba allí.

—¿Elliot Segura? —dijo, quedando todo el salón en silencio y volteándose hacia el chico —Te necesitan en dirección —Elliot abrió sus ojos sorprendido, incómodo por ser el centro de atención, comenzó a ponerse de pie y sostuvo sus cosas, caminó entre sus compañeros para abandonar el aula.

Nervioso salió y se volteó.

—Elliot —Irene le sonrió —¿Cómo estás?

—Ho... hola —dijo.

—¿Me acompañas un segundo? —Desde las ventanas del salón vieron sus compañeros como se lo llevaba la mujer que habían visto ayer en el auditorio. Irene le agradeció al inspector y comenzó a caminar con el chico.

—¿Qué sucede?

—Ya verás —soltó ella con una carcajada ansiosa, llegando hasta una de las oficinas de reuniones de profesores, donde habían alrededor de seis personas desconocidas para el menor.

Ryan, un hombre de 33 años de pelo negro muy corto, fue el primero en quedársele viendo, soltando una pequeña risita y rodeando la mirada.

—Ya Irene, buena broma.

—Conócelo primero —respondió ella enfadada.

—¿Alguien podría... explicarme que sucede?

Real Para MíWhere stories live. Discover now