Capítulo 28 - Tenía la sospecha

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Elliot tomaba uno de sus libros de su bolso y llegaba al Colegio en dirección a la biblioteca, los brabucones que le perseguían estaban sentados en una banca a la entrada, mirando quién aparecía para sacarle el dinero del almuerzo.

—Mismo cabello desordenado y gafas de botella —dijo Eugenio —Elliot se ve igual que antes.

—No es así, no se ve como antes —respondió Pablo.

—¿Cómo no?

—Pues... no, antes era un desastre, qué se yo: su ropa no combinaba, siempre con el bolso abierto y calcetines impares, ahora es... diferente.

—¿Podrían dejar de hablar del gusano? A nadie le importa —comentó Dustin algo enojado.

—Solo era una observación, es que como ahora está forrado en plata.

—Probablemente lo use para la Universidad —Pablo levantó los hombros con desinterés.

—¿Van a seguir?

—Solo es charla, Dustin, ¿Qué hay de malo en hablar? —preguntó Eugenio un poco inquieto —A Pablo le gusta hablar de Elliot.

—¿Qué dices?

—¿Qué no te escuchas? Lo defiendes.

—¡Claro que no!

—El otro día cuando íbamos por él en el pasillo, nos detuviste y dijiste que no valía la pena.

—Pues... no, ya lo hemos molestado suficiente.

—Cierto —comentó Dustin —Pablo ¿Qué pasa con Elliot? ¿Tienes algún interés? ¿Quieres hacerte amigo y ser actor?

—¡¿Qué uno no puede intentar ser buena persona al menos una vez en su vida?! —el chico sacudió su cabello y lanzó con violencia los libros a su bolso —estamos grandes ya para comportarnos como críos de trece años —Sus amigos se rieron de sus palabras, el chico entró al Colegio maldiciendo en voz baja y trató de calmarse, presionó sus puños y caminó hasta la máquina expendedora de comida para sacar una gaseosa. Metió las monedas y seleccionó el número 36, pero nada cayó —Puta vida ¿Ahora tú? —Pablo pateó la maquina —Anda maldita puta.

—Eh... no has presionado el... verde —Elliot se puso a su lado y apretó el botón, la bebida cayó y Pablo se sintió un completo fracaso —Con ese botón caen... las cosas —rió en voz baja.

—Ya, gracias —apartó la mirada.

—Tengo tus apuntes —el pelinegro los sacó de su mochila —Gracias, les he sacado fotocopias, me servirán para estudiar con Jonathan y las chicas, así que... bueno, gracias —Elliot se los entregó, Pablo los recibió lentamente y luego limpió su garganta antes de continuar.

—Si quieres... si necesitas ayuda yo... entiendo... me va bien en la clase, aunque no lo creas.

—¿Si digo que sí me arriesgo a que tú y los otros dos me busquen en el patio y me golpeen? Porque si es por eso yo...

—No, no, claro que no —dijo avergonzado —Es en serio.

—Ah... pues, gracias —Elliot sintió incomodidad y calor en sus manos —Pero... pero entendí los apuntes, tienes una letra bonita así que eso ayudó bastante —Pablo sonrió por menos de un segundo, bajó la mirada penetrante y oscura que tenía, asintió sin decir nada más y presionó sus labios a modo de agradecimiento. Elliot escuchó el timbre para entrar a clases y se despidió. Pablo se le quedó viendo unos instantes, luego se lo sacó de la cabeza lo mejor que pudo, pensarle le hacía mal. Le desordenaba las neuronas y le alborotaba el corazón.

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