Capítulo XXVIII (Frank)

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Creía inexistente a la mujer que le gustara tanto el sexo como a mí y encima el mismo tipo de sexo. Que le gustara decir guarradas sin descanso y también follar mentes. Creía que en el hipotético caso de encontrarla jamás me enamoraría de ella, creía que solo sería una distracción más, creía que nunca podría hacer el amor. Y como era costumbre, me equivoqué al creer lo que creía.

Nada era normal con ella, nada era previsible, ni racional, nada responde a lo que pensaba. Creía en esas ideas sin sentido de que el sexo está sobrevalorado y esa noche descubrí, que creía en eso porque había estado follando mal. Por el orificio incorrecto, por el órgano inadecuado. De una forma física, sí, pero no mental.

Lo supe cuando miré sus ojos y descubrí que no existe universo más perfecto que la órbita de sus pupilas. Cuando besé su boca y entendí que existe acto físico capaz de parar el tiempo. Cuando toqué sus manos y sentí que el cielo pudo reducirse a solo diez dedos.

Con ella el sexo está valorado en cinco orgasmos y diez mordidas por noche. En terminar agotados mirando al techo y preguntarle dónde coño había estado todo el tiempo que no estuvo comigo. En azotes sin molestias y el cabello hecho un desastre.

Con ella pasarían mil cosas más que nunca admitiríamos en público. Porque de cara a fuera, teníamos que seguir aparentando normalidad, esa que realmente nos excita. Seríamos unos guarros vestidos de pulcro a media jornada. Pareja de hecho y lecho hasta que a uno de los dos le dé por crear la siguiente pared, para que estemos en cuatro.

Con ella quería que la cama fuera la corte y la pasión el jurado, encargada de dictar sentencia a cada uno de nuestros problemas. Que la ropa fuera testigo y nuestros cuerpos los letrados que hablaran en defensa, usando la lengua que solo ellos entienden. Y que la cárcel fuera su habitación, esa que tiene el poder de condenarnos sin privación de libertad.

Ex-(in)trovertida, porque aprendió que escribiendo se veía mucho mejor. Tiene su autoestima tomándose fotos en el último piso del rascacielos más alto del mundo. Nombró a la seguridad como gerente de sus bienes naturales. Invitó a la libertad a tomar asiento y a la censura le dio vacaciones. Conoció al amor de su vida y desde entonces lo llama "propio". Todo eso supe de Victoria aquella noche con solo tocar su piel y leer sus ojos a pesar de que creía saber todo de ella.

Aquella mañana la vi nacer, abrió esos ojitos de nuevo y sin decirme nada sonrió como si fuera lo último que fuera a hacer.

-Buenos días pelusa-mis labios se encontraron con los suyos y debo admitir que no cambiaría ese beso por ningún desayuno mediterráneo.

-Buenos días Iceman.

-¿Qué tal has dormido?-coloqué su cabello detrás de la oreja con delicadeza.

-Para que estés a 43 grados bajo cero se siente bastante calorcito a tu lado- respondió.

-¿Estás bien? ¿Te preocupa algo?- cuestioné al ver que sus ojos perdían la luz que habían mantenido hasta ese instante-¿A qué le temes pequeña?

-A quererte y que estés lejos, a decirte muchas veces te quiero porque es que no se hacerlo Frank, nunca antes lo he hecho y no sé si lo haga bien.

-Si le temes no lo digas, no me digas te quiero. Si te aterran tanto esas palabras pondremos otras que solo sepamos tú y yo lo que significan. Por ejemplo mmmm, no sé, parece que va a llover-le propuse y rió.

-No te tomas nada en serio-dijo dando un pequeño golpecito en mi hombro.

-Todo por ver esa sonrisa siempre que alguna preocupación quiera arrebatártela.

-Frank yo.... yo quizá nunca me hubiera podido imaginar que esto que nos está pasando, este pasando porque contigo es distinto a cualquier cosa. Tampoco sé cómo apareces de la nada cada vez que me acuerdo de ti, tampoco sé por qué mientras más se de ti siento que te conozco de toda la vida, no lo sé, pero me gusta y es que busco eso del amor, dentro de un huracán de revoluciones sentir que todo está en paz y si a nosotros no nos llueve que nos parezca que llueva. Que truene, que haya una inundación o que caigan chubascos de punta si pienso en ti-me besó.

-Empapémonos de cabeza a pies, dime te quiero cada vez que veas llover y cuando no, también. Que el desastre meteorológico que creemos sea el que te dicte que hacer, el que siempre te lleve a donde este yo. Siénteme-dije colocando sus manos en mi pecho con el objetivo de que sintiera los latidos apresurados de mi corazón- que las nubes nos miren con celos porque nos vamos a querer, que la frase "parece que va a llover" se convierta en el himno nacional de nuestro pecho y que pese a todo siempre que caiga una gota del cielo nos miremos y me digas lluéveme- concluí.

Era todo tan intenso a su lado que las palabras salían de mi boca sin pensarlas dos veces, di la orden a los obreros de destruir los muros y los problemas no existían en el estrecho lazo que estábamos construyendo.

El tiempo a su lado cada vez era menos y temía que la distancia nos ganara, que los kilómetros pudieran más que las ganas, que la vida nos separara en cuerpo pero también en alma.

-Tengo que irme-besé su frente-el vuelo a Barcelona sale en dos horas y aún tengo que pasar por el hotel ¿vendrás conmigo?

-No Frank, odio las despedidas y últimamente las detesto más que antes, es mejor que nos despidamos ahora y dejemos todo en manos de destino-respondió seria.

-Como quieras solo tengo que pedirte una cosa pelusa, necesito saber todos los días que me quieres, esa será lo único que me dará fuerzas para sobrellevar esto.

-Te...-Rocio y Marina abrieron la puerta entre risas-parece que va a llover hoy ¿no?-dijo.

-¿Que dices Vicky?, si estamos en pleno invierno, ¿el amor te ha dejado trastocada o qué?-dijo Marina.

Todos reímos pero solo yo sabía que Victoria había dicho que me quería por primera vez.

Hola por aquí, perdonen la ausencia el día de ayer. Para recompensarlos les traigo capítulo doble asi que, desliza que hay más.😁

El camino hasta ti [# El Camino I] ✔ [Completa]Where stories live. Discover now