Yo

253 25 1
                                    

Manojo de nervios de cabeza a pies, metas claras y autoestima iniciado prácticamente en el subsuelo. Chica lista, de las que no falta a clases y no deja deberes pendientes, la organizadora de todos los talleres llevados a cabo en el instituto a pesar de que no fueran los más frecuentados por mis compañeros (más que por devoción a las artes era por necesidad de una buena calificación en las tareas extraescolares, realmente tedioso). Popularidad nula, exámenes de diez y un grupo de amigas de tres. Para los que me conocían: Vicky, para el resto: Victoria.
Era todo lo que realmente significa la palabra ¨normal¨, trigueña de metro-65, con varios problemas a cuestas y unas selectividades que no me dejaban ni respirar pero eso sí, en mis oídos nunca faltaba un auricular, necesitaba algún motor para sobrellevar el estrés con el que lidiaba a diario y la música se había convertido en ello.
Pertenecía a la lista de becados de mi actual colegio y para poder poner mi nombre en uno de los casilleros de alguna universidad, tenía que ser elegida para una de las becas extranjeras que se ofrecían en el instituto. Mis sueños a los 17 años eran dos. El primero, asistir a la prestigiosa ¨Universidad de Barcelona¨ catalogada como una de las mejores universidades del país y a la vez inalcanzable en cuestiones financieras para mí. El segundo, ser reconocida entre las mejores odontólogas y responder algún día ante el llamado de Dra. Sánchez. Ambos deseos me mantenían en vela debido a que había prometido a mis padres que me financiaría la universidad con mis propios medios para que ellos pudieran seguir encargándose de los estudios de bachiller de mi hermana menor. Vivir mi vida era agotador, en todos los sentidos de esa palabra, solo suponía que años después valdría la pena.
Trabajaba y estudiaba a medias jornadas. En la mañana asistía al colegio y en las tardes hacía de practicante en una editorial pequeña que recién se inauguraba  en Almonte, mi pueblo. Colaboraba organizando folios y contando los suministros que llegaban a la editorial, no es que fuera el trabajo de ensueño pero me aportaba los suficientes euros como para tener ahorrado la financiación del primer año del próximo curso.
Tras salir de la editorial volvía a casa, hacia deberes, memorizaba varias páginas más de los apuntes de selectividad, cenaba con mi familia y me iba a la cama, para comenzar al otro día una rutina exactamente igual, con excepción de los domingos que después de dejar todo listo en la editorial para comenzar el lunes la faena, iba con mis amigas a improvisar por las calles del pueblo, nunca teníamos plan.
Siempre había creído en las casualidades, más bien por una cuestión de perspectivas ya que todas las que se habían presentado en mi camino habían sido para bien, como cuando hace dos años se celebró una feria en el colegio y mi taller de literatura realizaba una exposición de los últimos libros menos conocidos en España (nuestra intención era darles un empujoncito, todos necesitamos en la vida un rayito de luz) y allí conocimos a Ester, la dueña de la editorial que me contrato  o como cuando conocí a Rocio al entrar en aquella cafetería en busca de mis dosis diaria de azúcar y café (sin dudas mi mejor casualidad).  La cuestión es, que no me había equivocado en mis creencias, la vida me seguiría dando razones para creer en las casualidades y continuaría dándome causas que seguirían convirtiéndose en las mejores de mi vida.

Aquí comienza uno de mis sueños, espero recibir mucho amor de vuestra parte y que formen parte de él. Un beso enorme.
¿Quién es una Victoria más?😁

El camino hasta ti [# El Camino I] ✔ [Completa]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang