Capítulo VI (Vicky)

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— ¡Yujuuuuuuu!, que hemos aprobado tía, pero, ¿tú sabes lo que es eso?, que nos vamos a Londres, Londres nena —decía Marina al compás de la felicidad de su voz. Se lo merecía, había estudiado tanto que suspender habría sido para ella, uno de sus fracasos más catastrófico —Rocio que habéis sacado un diez —dijo mientras rectificaba la lista una vez más y comprobaba que al lado de nuestros nombres estaba dicho número —Estoy muy orgullosa de ser vuestra amiga y desde ya os digo, que esta noche nos vamos de fiesta.

— Enhorabuena niñas, lo hicimos — emití un grito de felicidad acompañado de un abrazo de tres y adornado por una sonrisa que ocupaba casi la totalidad de mi rostro.

— Entonces… ¿nos vamos a por ese café? —preguntó Rocio emocionada.

— Eeeyyy no tan rápido cerebrito — dijo Frank provocando que la dimensión de mi sonrisa disminuyera y que la ojos de Rocio hicieran un clavado en toda la regla, desde lo más alto de su órbita hasta cerrarlos.

— ¿Y tú que quieres ahora?

— Que brava, Rocio. Solo venía a invitarlas a la fiesta que daremos esta noche en mi casa, no todos tenemos la dicha de tener diez en selectividad — dijo volteando su mirada hacia mí — pero queremos despedirnos.

— Para eso está la graduación, ¿recuerdas? —dije con un toque irónico en mis palabras.

Ignoró mi comentario y dirigió su cabeza hacia las chicas.

— Vale, iremos —dijo Marina dejándonos atónitas.

— Muy bien —sonrió —las esperamos, adiós Vicky —dijo mientras pasaba por mi lado y puedo jurar que sentí su aliento en mi oído, escucharlo decir mi nombre fue electrizante, logró poner de punta cada vello de mi piel.

— Estúpido Frank —dije molesta, no me había gustado la sensación que provocó en mi con tan solo pronunciar mi nombre más cerca de lo normal, además, ¿quién le había dado permiso para decirme Vicky?, él no tenía derecho a eso y que se tomara atribuciones que no le correspondían me ponía de los nervios, lo peor era que lo sabía y lo hacía para disgustarme.

Flashback
Diciembre, primer año de instituto.
— Chicos, prestadme atención —dije mientras me dirigía al frente del aula—vamos a abrir un taller de literatura para presentar los resultados en la próxima feria del colegio, es una actividad extraescolar y contará para nota. ¿Algún interesado?

— Yo nena —dijo Frank acercándose hasta mi sitio.

— ¿Perdón? ¿Cómo me has dicho?— cuestioné levantando una de mis cejas y doblando mis brazos a la vez.

— Nena —dijo encogiendo los hombros.

— Vale, no nos conocemos de nada y es mejor que me llames por mi nombre.

— Uuuhhh nena, eso va a estar difícil, precisamente porque no nos conocemos de nada es que ahora te llamaré siempre así —dijo alterando mis sentidos.

— ¿Tú estás un poco subidito no? Mira si de verdad quieres estar en el taller nos llamaremos por nuestros nombres y así evitamos malos entendidos  ¿te parece? —dije posando una sonrisa en mis labios y extendiendo mi mano derecha para cerrar dicho pacto, mano que hizo que se quedara extendida porque jamás me la estrechó.

— Nena deberías conocer mejor a las personas que trabajan contigo, por ejemplo, de mi deberías saber que mientras más prohibida son las cosas pues más me aferro a ellas y que si me dices que te molesta que te diga “nena” pues te lo digo más ¿vas entendiendo?

— Sí, voy entendiendo que eres un perfecto idiota —bufé.

— Pues vas a tener que aguantar a este idiota durante tres meses que es lo que dura el taller y adivina qué, llamándote “nena” hasta que aceptes que te pongo más nerviosa de lo normal y que el rubor de tus mejillas cuando me acerco, no es solo por el maquillaje.

Volteó su espalda dejándome con la palabra en la punta de la lengua y sí, desde ese día Frank Fernández me saca de quicio con sus comentarios.
Fin del Flashback

— Bueno niñas, nos vemos en un rato en casa de Vicky ¿estamos?—confirmó Marina con una de sus sonrisas más amplias, estaba feliz y yo había pensado en negarme ya que al día siguiente tendría respuesta definitiva de los directivos de la universidad en Barcelona, pero la cara de felicidad de mi rubia valía mucho más, así que ni siquiera me lo cuestioné dos veces, además, nos lo merecíamos. 

Llegué a casa y mis padres me recibieron con un arreglo de globos que rato después formarían parte de la decoración de mi recámara. Eran dos números grandes en plateado que formaban el número diez y lo rodeaban globos azules de diferentes tonalidades, mis padres sabían que no podría ir al mar ese verano y se habían encargado de traérmelo hasta casa, eran los mejores padres del mundo, frase que dije a la vez que los abrazaba.

Subí a mi habitación y comencé con la operación “Tiempo definido”. Esta operación era una que habíamos creado mis amigas y yo, antes de cada fiesta solo teníamos cuatro horas para elegir ropa, peinado, zapatos, bolso y maquillarnos, si después de terminado ese tiempo alguna no estaba lista, le tocaba llegar a la fiesta sola. Debo aclarar que antes de que existiera dicho plan habían noches en las que desistíamos de salir debido a que en ocasiones, pasada la medianoche, una de nosotras estaba, aún, en pijama, esa y que Marina y yo estábamos hartas de que Rocio nos dejara solas, fueron las principales razones para crearla. Nosotras tres dentro de la misma habitación, era cosa de locos.

Me decidí por un vestido negro, ajustado y con un escote que dejaba al descubierto mi espalda, cinco pulseritas de plata que hacían conjunto con unos pendientes del signo infinito, zapatos negros de tacón y el pelo sin amarres, mi cabello en total albedrío me daba mucha seguridad, podía llegar a donde quisiera si mi cabello iba sin tiras. Por precaución siempre llevaba en la mano distinta a mis pulseras una liga para el pelo, con la suerte que estaba teniendo últimamente, no dudaría que la fiesta fuera en una sauna y al llegar el vapor arruinara el molde de mi pelo y tuviera que recogerlo para evitarlo.

En fin, esa noche, la luna, los tonos opacos y la imagen que se reflejó en el espejo cuando termine de arreglarme, me dieron la fortaleza y el autoestima que necesitaba para ir a casa de Frank y pasar de él, me había prometido a mí misma que esa noche no me afectarían sus modales, ni su prepotencia y mucho menos su altanería, solo quería pasármelo bien.
Las chicas pasaron por mí y nos fuimos camino a lo que sería la “despedida” de los que habían sido nuestros compañeros por cuatro años y a la vez darle la bienvenida a la madurez, la responsabilidad y la “vida” que llevan los mayores.

Sigue leyendo, que hay doble actualización 😁

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