Capítulo XVII (Frank)

68 11 0
                                    

El amor es como una droga, una vez que alucinas con él no puedes parar de consumirlo.

Es saber apreciar cada línea marcada en sus manos al acariciarlas,  aprenderte miles de cosas que jamás te  han interesado solo porque para el otro son su mundo y tú quieres saber qué es su mundo, tener cientos de  mensajes por contestar y que el suyo suponga una pequeña ritma cardiaca, hacer cosas que siempre dijiste que nunca harías porque te impulsa a la aventura de querer hacerlas, ver cualquier tontería y recordarle, mirarle a los ojos y sentir que el universo se detiene porque en ese segundo os estáis mirando y pensar ¿de dónde coño has salido tú?. Correr como si no hubiera un mañana, saber que hay cosas que le hieren y aun así, intentar hacerle de la vida un bálsamo, darle gasolina extra para que consiga todo aquello que se proponga por difícil que sea o por pandemias mundiales que vengan, empezar a ser feliz a las tres si habéis quedado a las siete, ver algo y saber perfectamente que eso le gustaría, conectar de verdad y no querer parar nunca de hablaros, sentir tanta paz y pensar que de ahí, no te quieres ir nunca.

Esa definición la descubrí aquella tarde después de que el Dr. Williams me llamó para darme las buenas nuevas y la reafirmé cuando sentí la voz de emoción de Victoria al otro lado de la llamada diciéndome que no estaba enferma, que lo había superado.

Sentí tanto orgullo de ella que era incapaz de mediar palabra a medida que me lo iba contando. En tantos años que la conocía,  jamás la había escuchado tan segura de sí misma, capaz de comerse el mundo si se le ponían delante, tan feliz de ser quien era, tan suya, tan ella. La imaginaba dando saltitos de alegría con el móvil enchufado a su oído, sin poder parar de hablar ni siquiera para respirar y eso provocaba en mi rostro una jodida sonrisa que no la podría borrar nada ni nadie. En ese momento solo  necesitaba abrazar cada uno de sus defectos e inseguridades y tirarlos a la basura junto con ella.

—Enhorabuena pelusita, tengo que colgar, hablamos después ¿vale?, un beso hermosa.

—¿Que diantres te pasa tío? ¿Has visto un fantasma o qué?—dije mientras Marcos se sentaba a mi lado.

—Tío tienes que ver esto—dijo mostrándome el periódico del día, donde la portada era una foto de mi padre y el titular otro de sus chanchullos.

—Joder, mi madre, tengo llamarla.

Saque el móvil del bolsillo de mis vaqueros con la intensión de saber cómo estaba mi madre tras haber visto las noticias pero una llamada de mi padre transformo mi estado de preocupación en rabia y al instante en enfado.

—¿Qué coño quieres ahora Lucas?

—Hijo mío, ¿esas son formas de contestarle el teléfono a tu padre? He invertido tanto dinero en tu educación para nada.

—Hombre, no más del que has invertido en tus negocios porque no sé tú, pero la prensa lo lleva claro: "Lucas Fernández, ¿inversionista o ladrón?"—leí—¿Le has respondido a la prensa papá?

—Esos no son tus asuntos.

—¿Qué pasa? Que se han dado cuenta de todo, ¿tan poco efectivo te salieron los paraísos fiscales?

—Escúchame atentamente Frank, mi abogado ira a Barcelona a llevarte unos papeles que tienes que firmar, eres el heredero universal de mis bienes y como te habrás percatado las cosas no andan muy bien con la Administración y tengo a la Agencia Tributaria respirándome en la nuca.

—A mí no me metas en tus chanchullos Lucas, tu decidiste meterte en todo este lio, ahora sales tu solito, no voy a firmar nada ¿me entiendes? No voy a darte el lujo de que me arrastres a la cárcel junto contigo.

—Como te iba diciendo, vas a firmar esos papeles que son las propiedades de las ultimas viviendas que compré, yo tengo muchas a mi nombre y necesito otra firma ¿de acuerdo? Ahora necesito que te asomes por el balcón de tu apartamento.

—Hombre Luquita pero si me estas espiando, guardaespaldas y todo, joder, que bien te lo montas papá—dije observando hacia abajo.

—Si sigues negándome tu ayuda esos dos hombres de negro que ves debajo de tu puerta irán hasta donde estas, recogerán la llave de tu piso y cerraran la cuenta de banco que financia tus estudios. Entonces hijo comprenderás que todos queremos que cumplas tu sueño de ser odontólogo ¿o no?

—Eres un miserable, hijo de puta— grite lo más fuerte que pude para desahogarme y evitar tirar el móvil contra el suelo, es mucha la rabia que da, que tu padre te involucre en sus asuntos turbios y que tu no tengas más opción que aceptar.

—Tomaré eso como un sí, te enviaré el número de mi abogado para que estéis en contacto. Hasta luego Frank.

—Joder, joder, joder, me cago en mi padre, la herencia familiar y en la puta hora que me pusieron el apellido Fernández  ¿por qué diablos me hace esto?— mis puños se clavaron en la pared al compás de mis gritos y el intento de Marcos de frenarme estaba siendo desastroso.

—Tío para, para, para Frank joder, que te sangran los nudillos —dijo Marcos asustado.

Era la primera vez que alguien me veía fuera de control, siempre que sucedía esto en casa, el saco de boxeo que colgaba en mi recámara cargaba con los platos rotos pero esta vez no lo tenía, solo estaba mi amigo y una pared que había manchado con mi sangre

—Tengo que hacer algo para parar a Lucas,  no puede tenerme en sus manos y con esto que me está obligando a hacer me puede amenazar cuando le venga en gana tío—dije un poco más calmado.

—Frank, cuenta conmigo para lo que quieras hacer en contra de tu padre pero ahora tienes que calmarte, tomar un baño y llamar a tu madre que te necesita.

Tras seguir los consejos de Marcos y saber de mi madre sentí un poco más de paz, ella estaba bien, ajena a lo que estaba sucediendo, como siempre mi padre había contado una de sus tantas mentiras para mantenerla fuera de todo su desorden. Mi móvil vibro y era un email de Victoria, sentí tranquilidad al saber que se trataba de ella y no otra amenaza de mi padre.

De: Victoria Pelusa
Para: Mi

Hola, ¿estás ahí?

Quise contarle todo, desahogarme con ella, confiarle lo que estaba sucediendo en mi vida, decirle que mi mundo estaba patas arriba pero a la vez no quería arruinarle su felicidad, esa que tanto ella se merecía y por la que había luchado hasta lograrla, esa que yo celebraba junto con ella antes de que mi padre apareciera arruinándolo todo una vez más. Preferí ser directo y frío, sabía que le afectaría pero quizá un poco menos que si la saturaba con mis problemas.

De: Mi
Para: Victoria Pelusa.

Gracias por cambiar el nombre de mi contacto, estoy cansado, hablamos mañana.

No recibí respuesta de su parte.
—Claro Frank, ¿qué esperabas? ¿Que después de ese último correo, te respondiera con besitos virtuales y deseándote buenas noches?—susurré.

La verdad es que si era lo que quería, la quería a ella abrazándome por la espalda, apretar su mano y sentir su olor pero no quería verla triste otra vez,  prefería mantenerla lejos de toda aquella basura de vida a la que mi padre me estaba obligando a entrar.

Hasta aquí hemos llegado hoy. Espero les haya gustado y les haya causado suficiente intriga como para volver mañana a por otro capítulo😉. Un besazo enorme

El camino hasta ti [# El Camino I] ✔ [Completa]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz