Capítulo III (Frank)

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Querer y no poder, el peor de los sentimientos que una persona puede llegar a experimentar, es una fuerza interior que te empuja hacia el objetivo pero a la vez te retiene junto al fracaso y eso, justamente, era lo que sentía cuando tenía a Vicky cerca.

Ella, caminante de pasos cortos, uno a la vez, lograba sus sueños, sus anhelos y sus aspiraciones avanzando lentamente, lográndolos uno a uno, con esa fuerza que la caracteriza. Es tan fuerte que puede torcer el destino, la gravedad y el tiempo para ponerlos en la dirección que más le convenga.

Lleva sus ojeras por bandera y las pulseras en su manos son la alerta de que se acerca y la causa de que mi corazón comience a bombear sangre con más velocidad de lo normal, es así y ni siquiera ella lo sabe. Tampoco sabe que la observo desde el día uno que entro al salón con sus auriculares puestos y esas coletas que llevan las chicas listas, que conozco su adicción por la cafeína y que escucharla hablar en los pasillos de su pasión por la Odontología, me había inspirado a querer estudiarla.

Verla rota, angustiada y caminando aceleradamente como solo lo hace cuando está preocupada, ponía todos mis sentidos en querer cuidarla, en estar ahí para sostenerla y empujarla hacia el éxito, para ayudarla en los pasos en falso, los escalones flojos y las caídas, quería ser su acompañante en aquella montaña rusa que estaba siendo para ella la selectividad y poder abrazarla antes de que entrara en la exposición más importante de su vida pero una vez más el miedo me había vencido, ese miedo que llevaba más de cinco años acumulado, ese miedo que se interponía y que no me dejaba pronunciar una palabra cuando ella se me acercaba a proponerme uno de sus talleres, ese miedo que solo me permitía enviarle un mensaje de texto y refugiarme detrás de una pantalla cuando lo que quería era ser la persona a la que acudiera cuando necesitaba ser ella misma.

- No sé cuánto tiempo más vas a esperar para decírselo -decía Marcos mientras nos duchábamos después del entrenamiento de esa tarde - ¡Joder!, llevas cinco putos años enamorado de esa chica, muy duro para golpear el balón ¿no? Pero luego llega Victoria con sus libros entre las manos y no eres capaz ni de moverte, que te quieres ir a Barcelona con ella, tío, reacciona de una vez por todas.
- Que ya lo sé, no tienes que repetírmelo todos los días, joder.
- Hoy lo tuviste muy fácil, ¿Por qué no fuiste a abrazarla? ¿A felicitarla? ¿A apoyarla?, es lo que llevas años queriendo hacer.
- Porque no puedo ¿vale?, no puedo acercarme a ella, me hipnotiza y soy incapaz de ser yo, me convierto en un idiota porque me habla mirándome a los ojos y me pierdo en su color café y el sonido de sus pulseras al compás de su andar me estremece tío, sé que parezco un psicópata hablando pero es que esa es la verdad.
- Sí, es la verdad, lo sé porque soy tu amigo y he tenido que aguantarte durante cinco años en todas las fiestas hablando de la misma chica cuando tienes cientos a tu alrededor y también lo sé porque solo vas a actuar cuando veas que llega otro tío a su vida y la pierdas para siempre- dijo
Marcos antes de salir del vestuario dejándome solo y con ganas de hacer interactuar mi mano con su rostro, siempre que hablábamos de Victoria conseguía hacerme enojar.

Salí del vestuario con la idea de irme a casa cuando la vi a lo lejos, es increíble como es capaz de destruir mis barreras pero a la vez, su presencia me basta para volver a construirlas. Clavé la vista en el suelo para evitar contacto con su iris y mi caminar comenzó a ser mucho más rápido, tenía que salir de allí, no quería estar cerca de ella pero fue en vano, todo esfuerzo para alejarme de Victoria era un rotundo fracaso, ella siempre lograba estar un paso por delante de mí.
Su mano derecha alcanzo mi brazo, provocando que me detuviera cuando en realidad quería salir corriendo.
- Espera Frank - mi nombre saliendo de sus labios era una sensación electrizante- quería agradecerte por tu preocupación, no lo esperaba pero fue una grata sorpresa, gracias otra vez.
- Pues si no te lo esperabas lo mejor es que no vuelva a hacerlo, venga tía, nos vemos mañana -le guiñé un ojo y salí huyendo a trompicones de allí.

¿Por qué he dicho eso? ¿Por qué con ella me sale tan bien el papel de patán y engreído que no tiene nada que ver conmigo? "No hay de que, Victoria, lo hice porque me interesas más de lo que crees", eso es lo que tenía que haberle respondido y no los comentarios estúpidos de siempre.
Si esa chica no me odiaba estaba muy cerca de hacerlo y yo cada día me ganaba más papeletas para que me declarara enemigo de su mundo.

Hola a todos, a petición de una de las lectoras, hoy publicaré dos capítulos, espero que lo disfruten.
Recuerden dejarme por los comentarios su opinión sobre lo que van leyendo para saber si les gusta la historia. Besitos virtuales 😙🤗❤

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