Capítulo XXVI (Frank)

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Se detuvo mi cuenta, basta de contar horas y de mirar la pantalla del móvil como si con mis ojos pudiera cambiar los números del maldito reloj, por fin la vi.

No sabía si Victoria notaba, y si lo hacía, lo disimulaba muy bien, cómo detenía mi espacio cuando se acercaba, como olvidé todo lo que estaba alrededor cuando llegó, como hizo que quisiera cruzar esa línea que nos separaba, como aceleraba mi respiración con un mínimo roce,  como me atraía hacia ella haciendo cumplir leyes físicas de que polos opuestos se atraen, porque eso somos ella y yo: dos polos totalmente opuestos, ella norte y yo sur, ella agua y yo aceite, ella luz y yo oscuridad y ese magnetismo, me encantaba.

Llegó con sus defectos de la mano, renuente a soltarlos, con esa rigidez que la caracteriza. Y me miraba, siempre a mí, nunca al móvil y eso... me encantaba. Logró que al minuto de estar a su lado no pudiera parar de abrazarla y que el tiempo se detuviera justo ahí, en se instante en el que estuvo en mis brazos. Consiguió hacerme feliz tan solo contando once estrellas y como siempre, me sorprende, actuando cuando menos me lo espero, logrando con eso que mi boca quiera decir cosas que mi cerebro no permite, porque sabe que fallará, sabe de más que si da el autorizo, podría hacer conmigo lo que quiera.

Esa mañana de sábado tenía que recoger a Victoria en su residencia, iríamos a la primera conferencia del evento, después pasearíamos por la ciudad. No quería parecer pesimista pero sentía que el tiempo a su lado no me alcanzaría para hacer todo lo que quería.

Mi vuelo salía al día siguiente, aun eran las ocho de la mañana y ya estaba pensando en el momento en el que tendría que despedirme de sus ojos una vez más, volver a estar sin tocarla, sin sentirla, sin escucharla hablarme tan cerca como lo había hecho la noche antes.

Llegué a la puerta de su habitación y la golpee con suavidad. Ella respondió al llamado con un sigiloso "ya va", me recibió y me invitó a pasar en silencio debido a que sus amigas estaban sumergidas en un profundo sueño.

—¿Estás lista?—susurré.

—Si, ya tengo ganas de escuchar todas las conferencias incluída la de Odontología—respondí.

—¿Es en serio?—cuestioné alarmado.

—Baja la voz, las chicas se despertarán y no te lo aconsejo, tienen muy mal humor en las mañanas.

—No podemos estar todo el día en el evento Vicky, estamos en Londres y me voy mañana, ¿crees que me apetece estar todo el día de conferencia en conferencia?

—Vale—accedió, no sé cómo lo hacía pero siempre lograba convencerla-pero iremos a las que nos corresponden por nuestras carreras ¿estamos?

—Que sí, venga, vámonos ya—la tomé de la mano y sentir su piel una vez más, me convenció de querer esa sensación en mi vida para siempre.

Tomamos un tren que nos llevó hasta Oxford, el lugar del encuentro. Al llegar la sala estaba ocupada por unas cien personas, catedráticos, profesores, doctores especializados en cada una de sus ramas profesionales, estudiantes, en general aquel salón era una fuente de sabiduría e inteligencia extrema.

Victoria se dedicó a hablar con alguno de los compañeros, se sentía como pez en el agua, a ella le gustaba saber de todo un poco. Mientras yo, la observaba embobado y la escuchaba admirado al descubrir los conocimientos que poseía esa chica.

Asistimos a la conferencia de Administración Empresarial donde se abordaron temas como los retos económicos para los próximos años y como hacer de nuestras empresas negocios sostenibles, estuvo interesante y ambos tomábamos apuntes como locos, tal parecía que el bolígrafo bailaba en nuestras manos.

El camino hasta ti [# El Camino I] ✔ [Completa]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant