Capítulo XIV (Vicky)

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—Buenos días a todos, sean bienvenidos a la Universidad de Cambridge, nuestro colectivo de profesores les agradece por habernos tomado como opción para continuar sus estudios y esperamos que su estancia en la sede sea satisfactoria en todos los sentidos, sin más dilación diríjanse a sus salones.

Fueron las palabras de la decana de nuestra facultad, esa señora daba miedo y escucharla hablar, escalofríos. Mis nuevos compañeros y yo formábamos un grupo de 80 estudiantes y fuimos atendidos por quien sería la encargada de nuestros avances académicos durante los cinco años que duraba la carrera, la señora Adams.

—Una vez más estudiantes, sean bienvenidos a nuestras instalaciones, aclararles que este camino no será nada sencillo, tendrán muchas materias que estudiar y muchos retos por cumplir para poder graduarse y ser excelentes profesionales cuando comiencen su vida laboral. La Administración Empresarial, cuenta en su curriculum con 17 materias numéricas, entre otras de letras y humanidades que tendrán que enfrentar.
Uno de los principales retos que les propone la facultad este semestre y con el cual pueden ir acumulando méritos para su expediente es: tener una nota por encima de 4.5 a finales de diciembre próximo. El estudiante que lo logre, tendrá como beneficio, asistir al Evento Internacional de Universidades que este año tiene como sede nuestra ciudad, asistirán universidades de todo el mundo, con representaciones de todas las carreras y el afortunado será el representante de la nuestra —explicó con detalles  la señora Adams mientras se paseaba por todo el salón en el intento de reconocer cada uno de los rostros de los allí presentes.

Era demasiada información para un solo día, mi cabeza quería explotar de tan solo pensar que tendría que enfrentarme a 17 matemáticas diferentes, ni siquiera había comenzado y ya quería rendirme.

—¿Aún tienes ganas de salir de fiesta Marina? —cuestionó Rocio mientras observaba de arriba a abajo la montaña de libros que recibimos sólo para un semestre, su cara de miedo lo decía todo.

—¿Y tú? ¿Vas a dejarte intimidar por tres libros de nada? Venga ya.

—¿Tres libros de nada Marina? ¿Pero tú has visto todo lo que tenemos que resumir, apuntar, analizar, estudiar, aprender, resolver? Esto es un no parar —dije en un tono bastante elevado, no es que me gustaba ser la mejor en todo pero sí, hacer las cosas bien y sentía que todo aquello me superaba.

—Filosofía, Historia, Matemáticas, Física, Química, joder ¿pero esto que es? ¿La universidad o un extra del instituto? —dijo Rocio mientras lanzaba uno de los libros contra el suelo —¿Alguien más necesita un café?

—Sin dudas amiga —dije mientras levantaba mi cuerpo de la silla en efecto resorte.

Sentir el olor a café recién hecho aclaró mis pensamientos y controló la bomba de relojería que tenía en mi cabeza, definitivamente era una droga para mí la cafeína, nos acomodamos en una mesa al fondo de la cafetería de la facultad para evitar el exceso de personas a nuestro alrededor.

Rocio esperaba nuestros cafés, Marina coqueteaba con el chico de la barra y yo decidí revisar las últimas notificaciones en mis redes sociales. Al ver un correo sin leer pensé en Frank y en la conversación que habíamos tenido la noche anterior, no supe porque tuve ganas que terminara el día para estar en la cama y saber de él, apenas habíamos hablado una noche y ya quería que fuera costumbre.

Mis pensamientos esta vez fueron erróneos, el correo provenía del consultorio de un tal doctor Williams, especialista en trastornos alimenticios y su consulta residía a unos 50 kilómetros de la universidad.

Señorita Sánchez:
La invitamos a formar parte de nuestra terapia de grupo dirigida por el Dr. Williams, especialista en trastornos alimenticios graduado de la Universidad de Manchester. La cita se concretará el próximo miércoles a las 4 de la tarde, la dirección va adjunta. La esperamos.
Atentamente, señorita Smith.

—¿Chicas ustedes tienen algo que ver con esto? —dije llamando la atención de las mismas y mostrándoles el email en mi móvil.

—Vicky... tenemos que contarte algo— dijo Rocio mientras miraba a Marina con cierta complicidad y buscando apoyo en lo que diría a continuación— Fue Frank.

—¿Qué? ¿Frank? ¿Pero por qué? —mi tono de voz fue aumentando y aunque quería evitar enojarme con la chicas las circunstancias me lo impedían— confiaba en ustedes —proseguí —por eso les conté de mi enfermedad y han vivido junto a mí los peores momentos del proceso de superación de la misma, pero el hecho de que Frank lo sepa por un descuido de mi parte, no le da derecho a inmiscuirse, es mi vida joder, mi historia y no quiero que el resto de las personas sienta pena por mí y lo manifieste pagándome tratamientos en una clínica privada.

—Vicky nosotras sabemos todo eso y lo menos que sentimos por ti es pena, solo queremos ayudarte y él también, has mejorado mucho estos últimos años pero las emociones que has vivido recientemente te pueden provocar una recaída y no queremos volver al hospital o ¿ya no recuerdas todo lo que vivimos? —dijo Marina en voz alta y esto provocó que las vistas de todos en el local se clavaran en nosotras.

Me sentí asfixiada, quería salir de allí, no podía estar cerca de mis amigas, sentía que había perdido todo tipo de confianza que tuviera con ellas. ¿Cómo pudo suceder? ¿Por qué le permitieron la entrada a un extraño  hasta  lo más íntimo de mi vida?

Caminé sin rumbo, sin miedo a perderme en una ciudad que no conocía mientras mi teléfono notificaba más de 5 llamadas perdidas por minuto. Necesitaba desahogarme y quería hacerlo con el culpable de que toda la ansiedad que había retenido años atrás estuviera volviendo a mí.

Tomé el móvil con dificultad ya que de los nervios, mis manos temblaban, mi respiración comenzó a ser más agitada y las lágrimas en mis ojos me impedían ver con claridad la pantalla frente a mí, a pesar de todo, escribí.

De: Mi
Para: Frank, el egocéntrico

Espero que leas este email detenidamente y con mucha calma para que de una vez por todos dejes de hacer todo lo que se le venga en gana. No tienes derecho alguno a entrar en mi vida y hacer y deshacer a su conveniencia. Supe lo de la clínica del señor Williams y también que has estado utilizando a mis amigas para obtener información y mantenerte al tanto de mí. Lee bien: NO QUIERO QUE LO HAGAS, ¿Estamos? Por el dinero de la primera sesión no te preocupes, te lo remuneraré. Todo lo escrito anteriormente se resume en que te pido que no vuelvas a escribirme, no quiero saber de ti, ni de tu vida de niño rico, ni cómo te va en Barcelona cumpliendo tus sueños y mucho menos si algún día cambias esa prepotencia tan desagradable que te caracteriza. Que tengas buen día.

Decirle a Frank todo lo que sentía ayudó a que mis ánimos se calmaran, me sentí mejor o quizá un poco más vacía. Me percaté que estaba lejos de la residencia y que apenas faltaban 2 horas para que anocheciera y por primera vez, no tenía miedo a estar sola conmigo misma, había hablado de mi enfermedad como si formara parte de mí, como si ya no le temiera, como si fuera algo normal, sentí, como nunca antes, que había aceptado que era bulímica y fue liberador.

Supe entonces que las cientos de horas dedicadas a la aceptación de la bulimia no habían valido para nada, primero necesitaba aceptarme a mí misma y darme cuenta que no quería autodestruirme más.

Y entonces comencé a sanar, en una calle de Londres con la única compañía que me profesaban unos auriculares y las notas de mi canción favorita resonando en mis oídos.

Por aquí os dejo la dosis de hoy. Espero la disfruten. 🤗❤

El camino hasta ti [# El Camino I] ✔ [Completa]Where stories live. Discover now