Capítulo XV (Vicky)

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Aquel día, en el que todo transcurría tan normal para todos, en mi mente se enrollaba cada vez más la bola de hilo rojo que tanto me costaba desenredar para que luego viniera él y la volviera solo nudos con un gesto: hacer que (lo) sienta.

—¿Estás lista?—cuestionó Marina.

—No, para nada, ahora mismo estoy de cualquier modo menos lista—mis palabras seguían mis pasos por todo lo largo y ancho de la habitación.

—Vicky tienes que relajarte, es Frank, estarás bien—fue el intento fallido de la trigueña por tranquilizarme

—Recordáis las integrales ¿cierto? Recordáis que hay integrales sencillas pero hay otras que puedes escribir 5 hojas y aun no hayas la solución y tal vez mientras más escribas más complicado sea encontrarla.

—S-sí, supongo—balbuceó Rocio.

—Pues eso es Frank, mi más complicada integral, sin límites, con tendencia a infinito, esa que me llevará meses resolver gastando hojas y haciendo apuntes como loca, solo que mis conocimientos generales en cálculo, esta vez, no me ayudarán en lo más mínimo—concluí y al hacerlo pude percatarme que estaba estudiando demasiadas matemáticas.

Mis amigas se miraron entre ellas y segundos después emitieron una fuerte carcajada.

—¿Eso quiere decir que se lo dirás?— Marina habló tras varios minutos de risa imparable.

—¿Tú que crees?—me encogí de hombros como si la respuesta fuera obvia.

Un mensaje de voz de Frank interrumpió la conversación que tenía con las chicas, al reproducirlo  su voz me produjo la sensación de siempre, solo que esta vez no preguntaba cómo me había ido en clases ni si hacía mucho frío, esta vez me contaba que había aterrizado en Londres y estaba camino a mi residencia, así, tal cual, como si para él verme fuera un acto más, nada relevante o importante, solo ver a una vieja amiga.

La tranquilidad en sus palabras eran decepcionantes en comparación a los nervios que eran dueños de las mías.

—¿Qué piensas hacer?—dijo Rocio.

—Pues salir a esperarlo ¿no?—dudé.

—Teniendo en cuenta lo colada que estás por ese chico, creo que es mejor que salgas porque en esta habitación hay muchas camas y pueden tener un accidente en alguna de ellas ¿o no Rocio?—las palabras de Marina provocaron risas y una de mis almohadas terminaron en la cara de la rubia tras lanzarla desde mi cama.

Abandoné la habitación y a la vez mi tranquilidad, le di la bienvenida a los nervios, los cuales me impedían bajar las escaleras como lo hace cualquier persona adulta. Corrí hasta llegar a la entrada de la universidad y entonces lo vi.

Mi corazón dio la orden de independencia y comenzó a actuar por su cuenta, en ese instante ya no formaba parte de mi cuerpo, estaba utilizando mi cerebro a su antojo, se había apoderado de mí y estaba implantando la República Victoriana de la Libertad.

Su primera maniobra en el cargo fue impedir que me frenara al ver a Frank, mis pies avanzaban por si solos y por más que quisiera parar era una tarea imposible, corrí con todas mis fuerzas hasta llegar a él y me aferré a su cuerpo como si fuera algo necesario. En realidad lo era, hacía meses que no dormía pensando en su olor, su piel y lo a gusto que se estaba en sus brazos.

—Vaya, si cada vez que venga a visitarte me darás esta bienvenida no me lo pensaré dos veces—dijo y la felicidad se vio reflejada en los gestos de su cara.

—Perdón, los impulsos, ya sabes como soy—dije apartándome hacia atrás.

—Ven aquí pelusa—tomó mi brazo y volvió a unirme junto a él—¿Cómo crees que tenga que perdonarte que me abraces de esa manera?—besó mi frente mientras acariciaba mi cabello como si fuera un ser pequeño al que tuviera que proteger dándole mimos.

El camino hasta ti [# El Camino I] ✔ [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora