Capítulo XXVII (Vicky)

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No sabía que Frank era de esas personas que es mejor no enojar, no sabía que conmigo era con quien único se abría y mostraba su verdadero ser, no sabía que detrás de sus bromas existía un pasado tan doloroso como el que acababa de contarme, no sabía nada de él y mientras más tiempo pasaba a su lado menos quería que volviera a Barcelona, llamémoslo capricho pero no tenía excusas, solo no quería que lo hiciera.

Después de recorrer la extensa Universidad de Oxford y terminar las conferencias pendientes fuimos al centro de la ciudad. Estábamos rodeados por tesoros monumentales de todas las épocas, éramos pasajeros de aquel viaje en el tiempo que nos recordaba constantemente lo afortunados que éramos por retener en nuestra iris semejantes vistas, indiscutiblemente teníamos frente a nosotros uno de los mayores legados históricos de la humanidad.

Entramos a una de las librerías cuya arquitectura adornaba la ciudad, tener frente a mi tantos libros juntos, era el paraíso vestido de papel.

-Y yo que creía que jamás volvería a querer...-leyó Frank explorando las páginas de uno de los libros expuestos en la vidriera.

-Y tú que pensabas que jamás te querría-concluí provocando que nos miráramos por vez primera, por más de cinco segundos.

-César Brandon-dijimos al unísono y reímos por la coincidencia.

-No puedo creer que leas este tipo de literatura.

-Claro que me gusta pelusa, leí este libro hace algunos años cuando estuvo disponible en las bibliotecas de España.

-Es mi libro favorito, Brandon escribe todo lo que me gustaría decir-dije.

-¿Romántica empedernida?

-Escritora bloqueada-rectifiqué.

-No entiendo, ¿acaso hay algo que no sepa de ti pequeña?

-Hay muchas cosas que no sabes aún Frank-hice una pausa-Escribo-tapé mi rostro con mis manos-pero es solo para desahogarme, por distracción, nada más. Este escritor- señalé el nombre en la portada-es una de mis inspiraciones.

-Es que cuando pienso que no puedes sorprenderme más vienes y me dices que escribes, ¿pero tú sabes lo que es eso?-rió-nunca había conocido a alguien tan polifacético como tú Vicky.

-Ya ves-devolví el libro a la vidriera-no todo es lo que parece Iceman.

Volvimos a Cambridge junto con el atardecer, caminamos desde la estación de autobuses hasta la residencia y en mi interior pedía a gritos que los kilómetros del camino fueran infinitos.

-¿No me enseñarás alguno de tus escritos?

Fue la pregunta de Frank al entrar a la habitación y ver todos los papeles apilados encima de mi escritorio.

-No, nunca nadie los ha leído, me da mucha vergüenza.

-Muy bien y vas a contarme porqué cinco cactus disfrutan de la vista de los jardines de Cambridge desde tu ventana ¿Por qué plantas espinosas Vicky?

-Cuando estuve por última vez en el hospital, frente a mi cama existía un estante con algunos cactus. Mi madre me contó que el primer día que llegamos, mientras yo dormía ella se dedicaba a regarlos y los situaba donde le diera suficiente luz solar. Cuando empeoré, mi madre tuvo que ocuparse más de mí y ya no tuvo tiempo para ellos. Aun así, cuando volví a tener conciencia me percaté que habían florecido, supieron crecerse ante la adversidad de no tener agua todos los días, dieron lo mejor de sí para brotar aquellas flores hermosas y eso hace que las espinas que usan como mecanismo de defensa queden en un segundo plano. Desde ese día los tengo como amuleto y aunque suene patético, siento que me protegen.

El camino hasta ti [# El Camino I] ✔ [Completa]Where stories live. Discover now