—Aquí es donde se me informó dejarla —dice deteniéndose, rapidamente sale del auto para abrir su puerta.—por favor.

Justo al bajar, Adamaris se dió cuenta que en frente de ella se eleva un gran terreno plano con el logo de la familia Álcala en el centro de la periferia pintada de blanco. Solo bastó unos segundos para que a lo lejos, un fuerte sonido perturbara la paz de aquel día y a lo lejos un helicóptero se hizo presente y poco a poco descendió del cielo. Adamaris estaba maravillada y estupefacta. Jamás había visto un helicóptero tan de cerca, pero parecía irreal. El aparato también tiene el logo puesto en cada extremo de este. De pronto, la puerta se abrió deteniendo el corazón de la castaña. Alejandro bajó de un salto, luciendo imponente y atractivo.

—¡Alejandro! —chilla la castaña.

De inmediato, Adamaris sale corriendo a su encuentro. Asombrada de tenerlo a solo unos pasos cerca de ella. Su corazón late desenfrenado. Se había hecho a la idea de no verlo hasta el lunes pero tenerlo cuando cerca y justo cuando se suponía que no debería estar ahí, es maravilloso.

A su vez, el empresario se encuentra dichoso. Desde que se le había ocurrido esta idea, no había parado de imaginar como sería su reencuentro. Pero nada se puede comparar, nunca se imaginó esto.

—Alejandro...

—Preciosa —murmura, extendiendo sus brazos y envolviendo su cuerpo en un abrazo, aspirando su aroma.— te extrañaba tanto, tanto —comenta, sintiéndose dichoso al tenerla entre sus brazos.

—Yo igual —afirma y besa su cuello.—¿Qué es todo esto? ¿la reunión? ¿Qué pasó con los proveedores? ¿Qué haces aquí? Pensé volver el lunes.

—Para Alejandro Álcala, nada es imposible —sentencia, orgulloso.— ¿Crees que me voy a pasar un fin de semana lejos de ti? Donde tu estés, sin duda tengo que estar yo —Se separan un poco y es cuando se besa. Un beso lento, sin ningún apuro, disfrutando del tacto como si fuera la primera vez, tratando de reconocerse, de acoplarse el uno al otro pero con la certeza de su unión. Al separase, sonrieron y el empresario en un impulso acaricia su nariz con la de él.—ven, ven, vamos, hay tanto que hacer y en tan poco tiempo.

—¿A-a-así? Ya... ya estoy emocionada —agarra su mano y se deja arrastrar.— Alejandro, ¿Estás loco!—suelta sin poder evitarlo.

Adamaris sonríe enternecida y se apresura abrazarlo. Abrazándolo con fuerza y recostando suavemente su cachete en el hombro. Alejandro se apresura a envolverla, devolviendo su abrazo.

—Yo estoy es loquito por ti amo, pero ¿por qué tantas preguntas? ¿a caso no quieres estar conmigo?

—No. No. Yo me refiero a la reunión con los proveedores. Según tengo entendido es muy importante.

Alejandro suspira.

—Y por lo de la reunión, despreocúpate, ayer tuve una reunión con ellos y todo quedó arreglado, Carlos se hará cargo del resto. Incluso viajará a nueva york.

Adamaris alza un poco su cabeza contando miradas.

—¿No es mucha responsabilidad para una sola persona?.

—Carlos sin duda alguna puede con esto. Ya le dí instrucción y confío en él, tu no te preocupes—responde confiado y besa su cachete. —entonces, tenemos todo el día de hoy para disfrutar de este paraíso.

—Si que es hermoso. Por cierto, ¿De quién es este lugar?.

—Pertenece a mi familia.

Adamaris agranda mucho sus ojos y observa Alejandro como si le acabara de crecer dos cabezas, unas alas y cola. Su expresión asombrada le causó mucho sentimientos al empresario.

Los Cambios En El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora