Mía, una solitaria, callada y sobre protegida chica de Resseda cuya familia tenía un secreto; secreto por el que en su vida solamente tenía en su itinerario 3 cosas: escuela, casa, iglesia. Prácticamente aislada del mundo por su sobreprotectora madr...
-entonces... Mía...?- insistió Miguel, preocupado, incluso agachandose un poco para quedar a la altura de ella - no quiero que te metas en problemas por hablar de más. Ni por alguien que pueda pagarte mal... sé cómo son esas personas y... - cómo lo sabes? - porque gracias a todo lo que me pasó... ya sabes, en aquel entonces, fui de esos grupitos. Y era genial, o al menos en parte, era muy cool salir, las compras, todo eso! Pero... también era una competencia constante, quién tenía primero tal cosa, quien tenía un modelo de teléfono más reciente, o cosas así... y que hacían mucho de menos a... a aquellos que eran como yo vivía antes. A los que eran como mi verdadero yo. Luego, empezaron los problemas; cuando todo se estaba complicando, las restricciones volvieron. Era como volver a empezar, yo tenía indicaciones de mantener un bajo perfil, pues cuando huyeramos era porque prácticamente iba a tragarme la tierra. Cuando empezó a ocurrir, empecé a dejar de figurar en sus planes en las salidas... y un día escuché que solo me consideraban porque había teorías de mis ingresos y todo. Porque les convenía, si realmente no les agradaba e incluso les daba pena los viesen conmigo. - qué montón de idiotas... - por eso no quisiera que contactaras mucho ni nada con ellos. Desde mi primer momento en West Valley High me di cuenta que eran así. Y de primera mano se que las chicas solemos ser peores, me dolería mucho ver o saber que te lastimen, Miguel. - Mía, yo no... - igual tengo miedo de en qué te puedes volver. Acabaste con ese bruto, ahora quizá busquen a un líder y... es factible quete vean como a ese elemento; ese puesto... acaba corrompiendote, sabes? Aunque me mantenía en tierra, me daba cuenta de cómo eso me iba corrompiendo de a poco. A momentos se me olvidaba quién había sido antes; de donde venía. Y ahora que volví ahí... cómo pude ser así? 🥺😪 - tú no te hubieras vuelto así, yo lo sé. Me doy cuenta por como eres, empatizas demasiado con los demás, y eres muy centrada. - eso crees?- pregunto ella, sorprendida e incluso apenada. - si, tú eres diferente a ellos, Mía. Desde que te conocí, lo noté, sabes? - 🥺👀 - solo tenías miedo. Es todo. Te dañaron demasiado, y es comprensible que fueras así; sin embargo yo quise ahondar detrás de esa mirada triste, de esas respuestas tajantes, las evasiones en clase... y sabes algo, Mía? - ....? - fue la mejor desición que pude tomar.
Los dos chicos habían llegado a Resseda, pero no querían despedirse ni irse a sus respectivos departamentos aún. Por lo que entraron en absoluto silencio y con más sigilo que un gato de madrugada, para irse a donde estaban aquellas piletas donde todo había empezado entre ellos, aquella noche después de la pelea del minisuper.
- Miggy... creo que ahora soy yo quien te debería de agradecer - de que hablas? - por esto... por haberte atrevido a ahondar más allá de donde cualquier otro había hecho. Me diste una oportunidad sin que ninguno de los 2 lo supiera, sabes? - Cuando llegamos aquí, yo me sentía igual de solo, y fue que te vi, el día que nos mudamos. Tenías tus cortinas abiertas y, estabas escuchando música o algo, pues a ratos solo te veía que pasabas de un salto, como si bailaras, o que andabas sobre tus sillones... fue demasiado rápido, después, para el primer día de clase, note que te portabas y veías distinta a aquella tarde; ahí entendí tanto... entendi que la de esa tarde eras tú, mientras que la de la escuela solo era un intento por acallarla. Pero, la verdadera tú... la risueña, ocurrente, graciosa, un tanto burlona y cínica, pero con un gran corazón... siempre acababa por salir a flote. -eso pensaste? - no... sigo pensándolo -Miguel, yo... -si? Mía? - no quiero que te lastimen, pero... si te quieres dar la oportunidad o tan siquiera intentar... adelante. No te sientas impedido, ok? - explicó ella, con la voz algo quebrada. Pero aún así decidida; lo quería lo suficiente para no ser una egoísta y quererlo para ella sola o que él no quisiera a alguien más. Quizá, al igual que ella con Eli, simplemente no estaban destinados a ser. - Mía, de qué hablas?- cuestionó Miguel, que para ese momento estaba más que intrigado -... -Mia...
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-... Mía... pero qué...🤯 - perdóname Miggy. Si? Yo.... 🥺😪 nunca pensé que alguien volvería a ver en mi todo lo que me dijiste, sabes? Pensé que... que ese concepto estaba bajo tierra, o en un tonel con ácido, junto con mi papá y... y con Mau... sentí demasiadas cosas, entonces yo... no debí. No estuvo bien... - Mía,tú piensas, o sientes algo que no hayas dicho aún? - 🥺🥺🥺😪 no me gusta hablar de improbabilidades... - a qué te refieres? - piensas así de mi, y me dices todo esto porque somos amigos. Nadie ve ni verá más allá... lo entendí a la mala después de todo. - no te estoy entendiendo, Hawtorne- respondió el trigueño, preocupado por Mía, mostrándose comprensivo con ella. Gracias a Demetri y sus teorías, él ya tenía una leve idea de lo que Mía sentía y pensaba en realidad. Una idea que a ciertos momentos, lo hacía sentir... confundido. - hace unos meses, antes de que tú llegaras, me lastimaron mucho. Al punto de que yo ya no quise saber nada más de de nadie y que había entendido que en definitiva nadie iba a... a ver más allá...🥺- explicó ella, diciendo lo último con su voz algo quebrada. - Mía... eso... debe quedarse atrás. No saben lo que hicieron y mucho menos lo que dejaron ir... no vale la pena. No lo merecen. - Miguel, deja de darme vanos ánimos y decirme todo eso! Sabes tan bien como yo que eso es improbable, incluso pasa contigo! Ni siquiera tú ves en rea...
Acababa de devolverle el gesto, el trigueño había acallado los complejos y temores de la castaña con solo rodearla con sus brazos y besarla. Besarla de un modo que ni él mismo estaba seguro de cómo había surgido, dejándose llevar un poco.
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- Mía... preciosa, yo... creo... esto estuvo mal, cierto? - no, Miggy. En absoluto que no. - le respondió Mía, con una sonrisa leve- sabes? Quiero cuidarte siempre. Voy a cuidarte, Miguel.- reafirmó, tomándolo de la mano y pegando su frente a la de él. - Saldrás a flote, Mía. Y quiero formar parte de eso. Te prometo que lo haremos, preciosa - respondió, apretando las manos de ella entre las suyas.
Ella pensaba que quizá al fin, darían lugar a algo más... lastima que iba a ser más difícil que eso...
