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Al día siguiente por la mañana, Mía se preparó para ir a clase, para su suerte, los golpes de la noche anterior ni siquiera se veían. No le habían dejado marca, para su gran alivio.

Mía se dispuso a irse a clase, preparó sus cosas, su desayuno se redujo a un vaso con leche y 2 galletas con chispas. Salió de casa con la típica catedra de instrucciones y recomendaciones de parte de su madre y bajó la escalera, encontrándose con una escena que, al parecer ahora se volvería una constante en su vida; ella no entendía del todo por qué su vecino tenía esa fijación con aquel señor rubio que generalmente olía a cerveza, tenía mal genio y... de mínima tenía buen gusto musical. Rock de los 80s. Al menos no era como los ruidosos vecinos que vivían en el ahora departamento de su... compañero de clase, al que por razones que ni ella misma logra entender, defendió abiertamente la noche anterior.

- ... se llama dojo...- reclamó el mayor en la discusión. Estaba todo golpeado y aparentemente con un resaca terrible.- intenta ser menos irritante, quizá así no quieran romperte la boca de nuevo.- finalizó, azotando la puertita de su buzón y dirigiéndose a su departamento, ignorando a la chica que había estado observando la escena desde la entrada del complejo de departamentos.
Mía se puso sus audífonos como de costumbre, pulsó play y salió de Resseda con dirección a la escuela.
Parecía que la música era una especie de "lugar feliz" para Mía, quien al quedarse sola, en ocasiones incluso tarareaba o le gustaba imaginar una batería o una guitarra; aunque normalmente lo hacía cuando se quedaba sola en casa, en la escuela suficiente tenía con lo que se decía de ella como para añadir que estaba loca.

Llevaba apenas y unas calles de recorrido cuando un timbre de bicicleta llamó la atención de ella.
- hola, Mía...
-oh, hola? Supongo?- respondió secamente como siempre, con una leve diferencia, un ligero sonrojo que invadía sus mejillas.
- veo que no te pasó nada con la bofetada que te dio ese imbecil
- he recibido golpes peores, sabes?
-Mía...- se disponía a preguntar el trigueño, preocupado
- de la vida o la realidad... tranquilo.- aclaró ella, con una leve sonrisa.
- eres algo extraña, pero...
-vaya! Ya hasta te habías tardado con las teorías y prejuicios, vecino!- escupio Mía, con cierta molestia en la voz
- no... no lo dije en ese sentido, yo... me caes bien siendo así. No quería decir extraña de que decapites pollos o juegues a la ouija o...
- 😒🙄
- extraña de interesante.
- ahora qué? Vas a jugar al psicoanalista conmigo?- preguntó burlona, a la vez que aceleraba su paso para dejar atrás al chico de la bicicleta
- No, pero... si quiero darte un aventón a la escuela. Te lo debo, sabes? Por todo lo de ayer... - explicaba el trigueño, apenado, y levemente sonrojado 
- yo... no quisiera acabar desmantelando tu triciclo- dijo Mía con un tono algo desdeñoso
- Mía Hawtorne... solo quiero ser amable contigo. Me agradas, y quiero que seamos amigos. no es necesario que seas tan dura todo el tiempo, sabes? Ni siquiera sé tu historia, y entenderé si no quieres contarme qué pasa contigo o por qué media escuela te tiene miedo, acepta el aventón y...
- Mira, niño bonito. Eres demasiado persistente, putamente enfadoso y demasiado sonriente!
- entonces eso es...
- seguro que no nos caeremos?
- confía en mí. Quieres?- respondió él, ya fastidiado de los arranques de Mía.
- bien... 😪- respondió ella, resignada entregándole su mochila al trigueño, mientras se acomodaban para irse juntos a la escuela.

Conforme avanzaban, Mía se sentía

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Conforme avanzaban, Mía se sentía... diferente. Desde el momento en que él se sentó detrás de ella y prácticamente le dijera al oído que no se asustara, percibía todo... diferente. Se sentía como en una de esas películas que le gustaba ver los sábados por la tarde noche. Su corazón latía un poco más rápido y en parte quería incluso alzar los brazos o gritar pero... no debía ser. No quería exponerlo ni dañarlo. Aunque había algo en ese chico que... la hacía sentirse a salvo, que queria olvidarse de protocolos y demás sin miedo a las consecuencias... qué le pasaba?!

Al llegar a la escuela, el trigueño le ayudó a Mía a bajar de la bici, para después entregarle su mochila, ella, incapaz de dejarlo ahí a su suerte, solo acertando en que lo esperaría mientras acomodaba la bici y la aseguraba en un soporte especial. Ella se mantenía callada y estática, mientras lo esperaba, al punto de ponerlo un poco nervioso; deteniéndose al darse la vuelta y encontrarla de frente. Tenían casi la misma estatura así que, era... como si encajaran perfectamente uno con el otro.
- p... pasa algo? - preguntó él, nervioso
- el golpe de aquí... no te dejará cicatriz, vaya que fue certero. Apenas un raspón...- explicaba Mía, mientras revisaba la herida del trigueño en su sien. Pasando su tacto con tal delicadeza - estarás bien en un par de dias- le explicó mientras se quedaba... solo unos segundos más frente a frente, dejándose perder un poco en la mirada del trigueño a la vez que pasaba su mano por el inicio del cabello de él. Por alguna razón la hacia bajar la guardia, y mucho
- Estás segura, Mía? O... porqué...- la sacó Miguel de su pensamiento, haciéndola volver en si, algo apenado por quedarse así.
- n-no. No pasa nada... me quedé pensando y...
- descuida. Todo está bien... -le dijo rápidamente, apenada
- Mia, te maquillaste?- preguntó Miguel, curioso.
- ...lo normal, nada del otro mundo. Por?- preguntó ella, extrañada. Su maquillaje de Mía era demasiado simple y discreto, acorde al bajo perfil que solía tener en West Valley High y en todos lados.

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- es que

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- es que... no te enojes o sientas mal, pero... creo tenpasaste un poco con el... con el rubor...- le explicó, apenado y bajando la mirada.
- pero si hoy no me...- estaba sonrojada. De nervios, pena, todo! Para Mía Hawtorne, todo eso era terreno desconocido; no tenía amigos, en la vida se le había acercado un chico... estaba aterrada! No tenía idea de cómo actuar. Sumando le ese "algo" que le generaba el trigueño... -digo... gracias. Lo arreglare en mi locker.
-alto alto alto. Mía Hawtorne dandome las gracias? Vaya, debo estar soñando. - comentó irónico
- muy gracioso 🙄😌🤣 que sea una "amargada antisocial" no significa que no tenga modales. Sé decir por favor y gracias, así que... olvídalo. Andando, Díaz. Llegaremos tarde.- finalizó Mía, a la vez que ambos empezaban a caminar al interior de la escuela.

Empezaba a surgir una especie de amistad entre ambos chicos?



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In Your Arms (Miguel Diaz/Cobra kai)Where stories live. Discover now