Mía, una solitaria, callada y sobre protegida chica de Resseda cuya familia tenía un secreto; secreto por el que en su vida solamente tenía en su itinerario 3 cosas: escuela, casa, iglesia. Prácticamente aislada del mundo por su sobreprotectora madr...
El resto de las clases avanzaron con normalidad, excepto para Mía, cuya suerte parecía muy... cinematográfica. Su nuevo vecino sería su compañero de clase en prácticamente todas las materias de ese dia; y aparentemente el pronóstico pintaba para que fuera en todas las clases. Y si. Sería en todas, en un arrebato de fastidio, ella le había pedido su horario y, en efecto. Serian compañeros de clase ese curso.
Al finalizar el día, Mía se dirigió de vuelta a casa, tomó el autobús para así evitar aunque fuera por unos minutos a su vecino y ahora compañero de clase. Iba demasiado pensativa, para variar con su reproductor de música en marcha, iba pensando en ese chico nuevo; habían intercambiado números en clase de biología, pues serían compañeros en las prácticas, o al menos en su mayoría. Abrió su sistema de mensajería y vio la foto de perfil que tenía, era una selfie de él, cargando a un conejito; seguramente en una granja didáctica o algo por el estilo, era imposible que en Resseda tuvieran mascotas. Tenia pinta de ser amable... igual que otros tantos, y que acaban siendo lobos vestidos de oveja. Se recriminó ella misma, pero... había algo diferente, quizá era porque el aún no sabía de los montones de rumores que la acompañaban a menudo y por lo mismo era gentil con ella. Cosa que seguramente cambiaría en cuanto el empiece a socializar más, o quizá no... despuws de todo, él había almorzado solo ese primer día.
No, Mía Hawtorne. No debes andar pensando en esas boberias; no cuando se supone eres una suerte de testigo protegido que de milagro le permitieron mantener su identidad, y todo por que? Por idioteces en las que terceros los involucraron. Qué más daba? De nada sirve ilusionarse, si no son los rumores, será su madre quien acabe por ahuyentarlo como a un gato que husmea en el basurero. Subió la musica en sus audífonos y trató de centrarse en sus tareas, en sus pendientes en casa, en... ese conejo sería suyo o...? Maldición. Porqué ese chico no salía de su mente? Eso no le había pasado ni con el irritante chico que tenía por vecino de casillero, el pelinegro de ojos verdes, que le recordaba en parte a Skandar Keynes y... no podía negar que, feo no era. Eso y que es la suerte de chico que le haría caso o sentiría algún interés en ella, Mía sabia que no era material de chicos deportistas o cool. Definitivamente no entraba en ese rol.
El gusto musical de Mía era bastante amplio, y bueno; para qué negarlo. Pero desde esa mañana ni Eminem la salvaba de que algo la hiciera querer empatizar aunque sea un poquito con el chico nuevo.
Ya por la noche, Mía salió al mini super, para su suerte sola ya que tanto su tía como sus primos no estaban; y su madre estaba bañándose. Iría por unas sopas instantáneas que se les habían antojado. Al entrar al mini super, se encontró con su vecino; ese sujeto que generalmente la ignoraba por sus ocupaciones o por qué ni sabía dónde estaba parado, el mismo que esa mañana le había dicho ratón de biblioteca. Con qué derecho?! El sujeto aparentemente tenía una buena resaca o seguía borracho; por lo que, gracias a los prejuicios inculcados por su madre prefirió alejarse discretamente de él par irse directo al pasillo de lo que necesitaba.
- veamos... pollo, camaron picante, alitas? Vaya... qué inventan estos días...- decía para si misma en lo que elegía.
* Disculpa, donde está el pepto bismol? - escuchó a una voz preguntar en el área de cajas, seguida de unos pasos que acabaron aproximándose a ella, era el mismo pasillo - uh, hola... Mía, cierto? - me estás siguiendo o cosa parecida?- respondió sarcástica, aunque... con voz algo nerviosa. Pero nervios... de esos que te dejan un revoloteo en el estomago. - n-no, solo... mi abue está enferma y... - no hacen falta los detalles, oh, pepto? - bueno, ella... - te dije que sin detalles...- respondió algo seca, y evitando la mirada del trigueño. Le evitaba la mirada porque... Mía no podía negar que su nuevo vecino y compañero de clases tenía... seh, para qué negarlo; bonitos ojos. - quieres una recomendación?- preguntó el trigueño, poniéndose en cuclillas a lado de ella en el anaquel de las sopas instantáneas- prueba la de cheddar, o la de pollo con tomate... son de mis preferidas y... no sé, quizá te gus...
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- prefiero irme por lo clásico, de hecho. - respondió Mía, a la vez que tomaba dos paquetes de camarón picante - bueno, era una sugerencia... te veo mañana en clase, supongo... - se despidió Miguel tímidamente con su clásica sonrisa, tomando el pepto y dirigiéndose al área de caja. Mía se quedó unos instantes más en ese pasillo, tratando de procesar lo que le pasaba por la mente. ¿Por qué ese chico la ponía así? Se vió rápidamente reflejada en el vidrio del refrigerador y... porqué estaba roja?! Debía ser el clima. Si, seguro. - qué más da?- renegó nuevamente para si misma, dejando una de las sopas y cambiandola por una de queso, de esas que le acababan de recomendar. Tomó algo más del refrigeradorcito de bebidas y, escuchó a unos chicos entrar al lugar, tardar apenas y unos segundos, viéndolos oculta detrás del anaquel de la comida para mascota; ella los conocía perfecto. Agarraron unas cervezas y se dirigieron al área de cajas.... discutieron con el cajero y, salieron, momento que ella aprovechó para pagar todo. Tomó su cambio y sus cosas salió al estacionamiento, escuchó voces y risas... la curiosidad pudo esa vez - ... te llamarás "Rhea"- decía uno de los tipos con burla, a lo que los demás payasos le festejaban sus idioteces -Oye, Miguel...! Quería...-lo llamaba Mía, sacando de la bolsa del mini súper una botella de electrolitos, deteniéndose al ver que el famoso "rhea" era el trigueño, que acababan de vaciarle el pepto en el cabello- por Dios, Miguel... - soltó de una, echándose a correr hacia donde estaban los sujetos y su vecino....
