XV

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Los vorloks durmieron debajo de tierra, ramas y hierbas, y los jóvenes los vigilaron mientras comían y descansaban; la rutina se hacía viceversa por las noches. Los campamentos se realizaron así durante varios días en los que se desplazaron hacia el noreste, y luego hacia el sur, en dirección a Newcastle. Como Demian conocía los alrededores de esta ciudad, ya sabía dónde podían conseguir ropa y víveres para los humanos. Allí los vampiros rindieron de nuevo los respetos adecuados a sus fallecidos, con la idea de dejar a sus corazones descansar.

      Pero el viaje no fue cómodo a pesar de haber huido con éxito de sus captores, pues incluso entre ellos la comunicación se vio un tanto perturbada: Victoria, Erlik y Demian no platicaron durante las madrugadas que salían a cazar. De vez en vez discutían por nimiedades, o Demian iba a algún lugar él solo quizá para llorar. Victoria se daba cuenta de las tensiones que mermaban la convivencia, aunque los demás intentaran disimularlo. Otras noches, las más afortunadas, ella conversaba de temas variados con Demian y su sobrino; y este último, que parecía tímido al principio, se desenvolvía muy bien, para después hablarle de temas profundos como la vida, la muerte o el destino. Erlik no se consideraba a sí mismo como creyente de Zellem, e incluso refutaba los dogmas de su propia religión con buenos argumentos.

      De esta manera surgió entre Victoria y Erlik una cierta afinidad.

Más tarde, en Natalie comenzó a notarse cierta angustia: en sus horas de sueño, los monstruos escucharon cómo ella repetía las mismas frases: «Edward...» «Bebé, mi bebé, ven con mamá», «¿Dónde estás?» «¡Edward, no te encuentro!»

      —Está claro que lo extraña. Es su hijito, naturalmente —dijo Demian—. Pero allá vamos, a Bath. No queda mucho. Si fuéramos saltando con ellos en brazos sería más rápido, pero muy exhaustivo.

      —No —replicó Victoria con deje de reflexión—. Es como si... como si ella viese las mismas imágenes.

      —¿Como si soñara una visión o una escena? —preguntó Erlik, intrigado.

      —Sí... Lleva dos noches queriendo encontrarlo en sus sueños. ¿Qué significará?

      —Bueno, mi hermosa Victoria, ahora estoy confundido.

      —Es que, a lo que me refiero, es a que, por ejemplo, Natalie no está soñando con Edward porque lo extrañe, sino que lo que dice parece ser parte de la misma escena.

      —¡Es usted una buena observadora!

      —Y Vicky —dijo Erlik—, parece que cada vez dice más, ¿no?

      —Absolutamente, de eso también me he dado cuenta. Ya verán cómo mañana dice más.

      —¿Por qué no mejor le preguntamos? —Demian se rascó la barbilla, todavía confundido.

      —No, señor Bathalpath. Usted no conoce bien a Natalie. Ella jamás habla de esto, y si lo hace es porque tuvo mucha fiebre, o porque le preocupa, pero es una chica muy reservada con sus miedos y deseos; nunca les quiere ver el significado a los sueños.

      Ya se acercaba otro amanecer, y nuestros héroes estaban más cerca de Newcastle. Iban los cinco caminando como en cada ocasión que se podían encontrar todos despiertos, y como andaban en silencio, esta vez sin un tema, Demian quiso sacarse de la duda.

      —Señorita Bewer —dijo con el mayor carisma del que fue capaz.

      —¿Sí, señor Bathalpath?

      —¿A usted le interesa el significado de los sueños?

      —No lo sé.

      —Oh, vaya, no es una locura. Mire, dicen los alienistas que es parte del ciclo de la mente, que es como si el cerebro necesitara expresarse, como un pequeño Da Vinci aquí adentro...

Bloody V: Réquiem de Medianoche ©Where stories live. Discover now