XVI

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—¿Usted conoce a Nikolas Bathalpath?

      —Por supuesto. —Se jactó de una supuesta elegancia, una cortesía que emulaba la de un típico caballero inglés—. Es parte de mi círculo. ¿En qué puedo servirle, estimada mortal? —Sonrió de una manera muy peculiar, una que le transmitió a Natalie una sensación de desconfianza.

      —Bien, dado que usted conoce al señor Nikolas, tendré que comunicarle una noticia importante. Como verá, soy una mensajera...

      —¡Una noticia importante! —Saltó un poco más cerca de la yegua y esta comenzó a encabritarse. Tras una acariciada sobre la crin, el animal se quedó quieto, pero sus ojos estaban tan oscuros y abiertos, que se leía horror en ellos—. Qué dicha, señorita; qué maravillosa dicha. Da la casualidad de que mi círculo anda muy enfrascado en una tarea muy complicada. Sería muy útil que me diera esa noticia ahora. Yo me encargaría de comunicársela a los demás.

      —Sí, es respecto a eso. Pero... ¿por qué está usted solo? —Miró alrededor, sin comprender el porqué de la ausencia del destinatario.

      —Ah, es que nos separamos.

      La yegua retrocedía y bufaba.

      —Tranquila, tranquila... —le susurraba—. Si me lo permite, señor...

      —¡Jack! —repuso Sathiel—. ¡Solo dígame Jack!

      —Mr. Jack... Si no le importa, creo que preferiría hablar directamente con Nikolas.

      —Oh, señorita... Es usted un poco cruel. Mi amigo está muy lejos de aquí. Nos hemos separado, como se lo he dicho, y él no puede venir. Tengo que vigilar este bosque tan tenebroso yo solito porque eso me encargaron. Él es, de hecho, mi preciado líder.

      —Entonces lléveme con él; me gustaría hacer un trato con ustedes. ¡Es de vital importancia!

      —Me temo que no puedo hacer eso... Eh, pues, ¡no sé dónde se encuentre Nikolas ahora! Quizás esté en medio de una terrible batalla contra los humanos.

      —¿Batalla?

      —Tal vez, mucho me temo, que Nikolas podría estar despedazando seres de su tipo, señorita...

      —El pacto que quisiera hacer es razonable, Mr. Jack. Se trata de un intercambio: yo les digo dónde está ese vampiro, y sí quisiera que fuera salvado porque le debo la vida. Pero quisiera una pequeña garantía, pues un amigo se encuentra en problemas. ¡Por favor, se lo ruego!

      —¿Quiere que lo salvemos?

      —Así es.

      —Oh, no pasa nada. Dígame dónde está. —Sus ojos le brillaban—. Si me lo dice, iré yo personalmente a rescatarlo, de donde quiera que esté.

      —¿Usted? ¿Sin sus amigos? Pero... Necesitará a todo su círculo. Allá arriba hay un ejército. Si ellos lo atrapan, estará usted perdido.

      —¿Allá arriba? ¿Sobre la colina? Ya veo. —Natalie notó en su comportamiento algo extraño, un aura misteriosa—. No creo que importe. Yo soy lo suficientemente poderoso como para detenerlos. No se preocupe, querida. Dígame el nombre de su amigo... o amiga... ¿No tiene una cuyo pelo sea negro, su piel se asemeje a la de una mulata o tenga los ojos como los de un fantasma, llenos de melancolía?

      —¿C-cómo sabe de ella?

      —Le digo que mi poder es especial, señorita. He visto muchas cosas gracias a mi clarividencia, una de mis tantas habilidades.

Bloody V: Réquiem de Medianoche ©Where stories live. Discover now