Capítulo XLIX-Inexistencia

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''Introduzcan sus comentarios por aquel orificio pequeño que tienen por detrás y hag''...

—¿Cómo se encuentra?—habló de repente Alabi. Atravesaron una entrada a un salón completamente solo, no había nadie más, siquiera empleados, vio como la vergüenza emergía como una escena zombie en una tumba de un film clásico, y era aterrador, el sentimiento, no el señor, él seguía siendo encantador para su criterio, absolutamente nada que ver con su hijo.

—Un poco intrigada la verdad—mencionó e imprudentemente dejó salir un bostezo enorme, de inmediato su cara perdió el color y ocultó su labios tras sus manos, recordó que le había costado conciliar el sueño la noche antes precisamente por su citación y una fuerte opresión que sentía en el pecho, algo como un mal presentimiento, agitó un poco la cabeza y recuperó el habla, desde que llegó el trato fue excelente por su parte, así que se inclinó a que solo era paranoia, sabía lo miedosa que era aveces.—, no aclaró que era una fiesta, no vine vestida adecuadamente.

—Descuide—sonrió con lo que parecía ser... ¿Ternura?—, no es nuestra fiesta, o bueno, no lo trataremos ahí.—aquella sala conducía a otra incluso más reservada, había una única mesa en medio del amplio espacio, hermosa cabe destacar, el soporte era de cristal y las patas tenían una forma de cierto estilo moderno, se podía ver relucir el brillo del piso al entrar y las luces blancas iluminar cada una de las piezas artísticas preciosas en las paredes, eran decenas, unas mas grandes que otras, se daba por hecho que debían valer un riñón, la más inmensa estaba justo a sus espaldas, tenía alguna técnica abstracta que ella no conocía, pero sin duda era tan llamativa como perturbadora, con esos ojos por todos lados, y las partes de un cuerpo sin forma, no sabría decir a ciencia cierta si era hermosa, en realidad no la entendía, el arte se había vuelto muy extraño por esos días.

Él, cortésmente tomó el respaldo de la silla y la retiró hacia atrás para Alaya, fue agradecida y ocupó el asiento, pasaron unos cuantos minutos, la velada fue encantadora, Alabi destacaba caballerosidad por doquier y ella solo podía admirarlo.

Por un momento estuvo en silencio, algo que a ella le pareció extraño puesto que estuvo activamente conversando durante toda la noche.

—¿Sabes quién es Amin Alabi?—inquirió abruptamente deshaciendo la pausa y estudiando sus facciones en silencio.

Ella no lo comprendió de inmediato, le tomó un minuto que ante su imponente frente se percibió como toda una eternidad, suspiró y sonrió con nerviosismo, no sabía con exactitud la respuesta justa o la que quería escuchar, pero intuía por alguna razón que pudiese relacionarse con  Monserrat, su otra identidad, ¿Que tal si descubrieron todo? Que ella no existe,  que solo fue una invención, y aquel beso, maldijo internamente, el beso de su venganza contra Amin, no podía lucir alterada así que reprimió todas la emociones y no cambió su actitud hacia él, pero... si ese fuera el caso, si sabe todo lo de Monserrat, ¿Qué buscaba? ¿Cuales eran sus intenciones? era indescifrable, cada cosa en él era un enigma, o tal vez exageraba otra vez, él nunca mencionó algo relacionado con ella ¿Cómo se podía enterar?... Dudas y más interrogantes. Insospechada, naturalmente respondió:

—Es-su-hijo-señor—dijo con la voz entrecortada.—, lo conozco, si ha eso se refería.—refutó con más seguridad.

—¿Sabes quién es Jaden Durán realmente, señorita Flores?—escrutó de nuevo el rostro de ella, desarrugó aquel ceño fruncido y acarició muy despacio su barbilla, le daba ese toque intelectual y analista.

Alaya entornó los ojos a él, el contacto visual se intensificaba, su mente estaba en blanco, es decir ¿Qué relación podría tener Jaden con Alabi? No más que la de un empleador y un asalariado, supuso, a fin de cuentas si no fuese por él, no hubiese conocido a Ortiz, a Amin, a el señor Alabi y Monserrat no existiría, figurativamente; él fue quien la citó aquel día para el puesto en el servicio de la gala, pero no hay más que eso, El señor Alabi podría tener cientos de empleados en todas sus empresas, incluso miles, era imposible que conociera a cada uno, o a Jaden más bien, pero como parecía sí lo hacía... era tan raro, en todos los sentidos.

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Where stories live. Discover now