Capítulo 45: Solo para mí

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– Yo te voy a quitar todo el dolor...– le dice en voz baja sobre su boca.

– Altagracia...

La doña suavemente roza sus labios con los de José Luis y luego tira de su labio inferior para luego apoderarse por completo de su boca. El empresario hace presión contra el cuerpo de Altagracia y roza su intimidad contra la de ella.

– Quédate conmigo esta noche...– le dice sobre sus labios.

Ella lo mira dudosa, pero se entrega a la situación sin pensarlo más. José Luis la aúpa en sus caderas y se sienta sobre la cama dejándola a ella sobre sus piernas.

Los besos no se detienen. Sus lenguas se acarician entre ellas haciendo que sus respiraciones sean cada vez más agitadas. Luego de un momento, Altagracia se pone de pie y se quita las bragas que llevaba para volver a subirse a horcajadas sobre José Luis, pero el rápidamente la gira y la deja de espaldas hacia la cama. Con sus manos sube hasta los muslos de su rubia y levanta un poco el pequeño babydoll blanco que llevaba puesto. Le separa las piernas para dejar expuesta ante él su feminidad para luego acomodarse frente a ella. Va dejando un camino de besos por sus muslos internos haciéndola vibrar por la excitación. José Luis tira con sus labios suavemente su clítoris para luego pasar lentamente su lengua por él.

La doña gime ante el roce de su húmeda lengua en su punto nervioso, cierra los ojos y tira del cabello de José Luis intentando así liberar todo el placer que el le estaba brindando. El empresario introduce su lengua por su abertura y succiona sus fluidos para luego subir hasta su boca y hacerle así sentir su sabor.

Mientras está sobre la doña, con sus dedos hace movimientos circulares y suaves sobre su clítoris.

– J-jose Luis...– dice en un suspiro.

– Amo tu humedad...– dice antes de volver a devorar su boca.

Lentamente introduce dos de sus dedos en ella y la embiste con ellos una y otra vez hasta sentir como estallaba de placer.

Se pone de pie frente a ella y comienza a quitarse el pantalón y el bóxer que cubrían su masculinidad. Altagracia observa todo el proceso y espera sobre la cama para recibir a su moreno.

El se sube rápidamente sobre ella y juega un poco con su miembro en la entrada de su rubia. Pasa una y otra vez su punta entre los labios vaginales de la doña, pero eso comienza a desesperarla y busca con sus manos tomar la longitud de José Luis para empezar a introducirlo en ella.

– Ah Altagracia...– dice cuando logra entrar en ella.

– Mételo completo José Luis– muerde su labio inferior ante el placer.

– Me encanta que me pidas lo que quieres– dice mirándola a los ojos.

De una sola vez, José Luis empuja todo dentro de su rubia. Ella suelta un gran gemido y el empresario rápidamente le cubre la boca.

Infielmente TuyaWhere stories live. Discover now