Capítulo 67: Visita inesperada

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José Luis toma sus labios y los devora con devoción mientras la doña continúa desabotonando desesperadamente la camisa del empresario bajándola luego por sus brazos hasta llegar al piso. Una vez libre de la tela que cubría su torso, el moreno desabrocha el pequeño top que llevaba la doña y lo tira dejándola en el brasier de encaje típico de la rubia. Pasa lentamente su lengua por el cuello de Altagracia y ella le cede el espacio para sentir la humedad de su boca sobre su piel.

 Pasa lentamente su lengua por el cuello de Altagracia y ella le cede el espacio para sentir la humedad de su boca sobre su piel

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– ¿Cómo te voy a querer engañar?– dice en su oído– Si eres lo más exquisito que existe.

Altagracia sonríe y luego se apodera de su boca. Juega con su lengua mientras el la dirige hasta la mesa del comedor. Con una mano libre tira todo lo que había en ella provocando un fuerte ruido cuando caen los platos ahora quebrados sobre el piso.

La toma de la cintura y la sube a la mesa apoyándose sobre ella. La doña separa las piernas para poder hacerle un espacio a su hombre, quién tenía una erección que en cualquier momento saldría de ese pantalón.

Posa sus manos sobre su cuello y comienza a pasar su lengua por el borde de sus labios mientras con sus caderas realiza algunos movimientos para sentir la intimidad de Altagracia con la suya.

Posa sus manos sobre su cuello y comienza a pasar su lengua por el borde de sus labios mientras con sus caderas realiza algunos movimientos para sentir la intimidad de Altagracia con la suya

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La rubia ya se encontraba bastante excitada ante las caricias del empresario y comienza a soltar pequeños quejidos de placer. José Luis le quita finalmente el brasier a su mujer y libera sus senos que rebotan frente a sus ojos. Luego baja con sus manos hacia las caderas de la doña y la levanta un poco para poder bajar el cierre de la falda de cuero que esta llevaba puesta. La baja por completo hasta quitarla junto con sus ya húmedas pantaletas negras. Una vez que tiene desnuda a Altagracia sobre la mesa, decide comenzar a quitarse el pantalón y su ropa interior. Cuando libera su ahora dura virilidad mira a Altagracia.

– Esto es lo que tú me provocas– lo guía hasta la cavidad de su rubia y lo mete de una vez hasta el fondo– y solo tú Altagracia...

Vuelve a sacarlo y a meterlo una vez más haciéndola liberar un gemido. La doña lo toma de la nuca y lo besa con gran ímpetu. Succiona sus labios y juega con su lengua mientras el le proporciona embestidas que la enloquecen cada vez más.

Infielmente TuyaWhere stories live. Discover now