Capítulo 17: Intentarlo de nuevo

1.1K 65 2
                                    


La doña estaba completamente entregada a la situación. José Luis sabía perfectamente como provocarla.

De pronto, el empresario sube con sus besos hasta el rostro de Altagracia. Comienza besando sus mejillas y avanza lentamente hasta llegar a la comisura de sus labios. Ahí se detiene y la mira.

– Sé que me rechazarás luego de ésto, pero no aguanto más.

Le toma el rostro con ambas manos y acerca sus labios a los de ella. Deja primero unos pequeños besos en ellos, hasta que Altagracia como por un impulso le toma la boca con más firmeza y le da paso a su lengua sin detenerlo.

José Luis le suelta el rostro y baja con sus manos hasta la pequeña cintura de la
doña para pegarla más a su cuerpo. Ella continuaba disfrutando de sus besos. De vez en cuando quitaba un poco su lengua de la boca del empresario para saborear esos labios que la estaban volviendo loca y luego morderlos con suavidad.

El moreno la gira rápidamente y la deja de frente a la pared del pequeño cuarto. Apoya una mano en la muralla mientras con la otra sube lentamente el vestido de la rubia para permitirse sentir la piel de su voluptuoso trasero. Apoya su zona pélvica en éste haciendo presión contra ella provocando suaves gemidos. La situación era demasiado excitante, la sangre se le había ido hasta su miembro y Altagracia podía sentir su dureza a través de la tela del pantalón.

Mientras José Luis le continúa besando el cuello y parte de la espalda, Altagracia abre los ojos y ve la argolla de matrimonio del empresario en la mano que apoyaba en la pared. Inmediatamente eso la hizo reaccionar. No por ser él quién estaba casado, sino que porque ella igual tenía un anillo que le recordaba cada día su matrimonio con Martín.

– J-josé Luis– dice aún recibiendo los besos de él.

– No digas nada, por favor– continúa besando su cuello y presionando su cuerpo contra ella.

– ¡José Luis!– dice haciéndolo reaccionar.

– Ay no, Altagracia– dice girándola hacia él– No me digas que quieres que pare.

– Si– lo mira– Ambos estamos casados y no puedo hacerle esto a Martín.

– Que si puedes– se acerca a sus labios y deja unos besos cortos y suaves sobre ellos– Yo sé que tú también quieres– dice en un susurro.

– No puedo hacerlo José Luis. Ya no más– dice intentando convencerse.

– Está bien, me voy a detener– dice mirándola– Pero no prometo aguantarme mucho estos días.

– Vas a tener que aguantar José Luis...esto no está nada bien– le arregla el cuello de la camisa.

– Voy a hacer el intento– le sonríe.

– Bueno, saldré yo primero– dice alejándose de él y arreglándose el vestido.

– Oye– la toma de la mano y la acerca a él nuevamente– Déjame tener un recuerdo más de esto– la toma con una mano del rostro y la vuelve a besar.

Sus lenguas vuelven a juntarse y a sentir la humedad de la otra. Parecían no querer detenerse a pesar de lo que recién habían hablado. El deseo era demasiado y no lograban controlarlo como querían. Sin embargo, José Luis se detiene y la aparta de el con delicadeza.

– Ve. No quiero que me culpes si te hago mía en este sitio.

Altagracia inmediatamente sale del cuarto. Estaba agitada, excitada. Sale rápidamente del lugar y se dirige a su habitación. La conferencia continuaría pero ella necesitaba respirar luego de lo sucedido. Ese hombre había encendido todos sus sentidos como nadie lo había hecho antes.

Infielmente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora