Capítulo 52: Un lugar para amarte

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José Luis termina su ducha, come algo rápido y sale de la casa nuevamente, pero esta vez en busca del regalo que le tenía a su rubia. Estaba realmente entusiasmado, quería sorprenderla y darle la seguridad que necesitaba.

Llega al lugar, observa lo que estaba buscando y decide comprar de inmediato, ya que era justo lo que necesitaba.

– ¿Dónde firmo?– dice el empresario con una sonrisa.

– Vamos a mi oficina– le sonríe el vendedor.

[...]

Por otro lado, Altagracia sale de la ducha y se encuentra a Martín sentado en el borde de la cama con una expresión que le advertía que le reclamaría el no haber llegado a dormir.

– ¿Dónde andabas?

– En la empresa– se acerca al armario para buscar su ropa.

– ¿Andabas con el?– la sigue con la mirada.

– ¿Con quién?

– Con tu amante...

– Ay Martín– lo mira– No digas eso, por favor.

– ¿Por qué?– se pone de pie y se acerca a ella– Es así ¿no?

– Martín...

– Te dije miles de veces que entendía que no me amaras, pero no me quieras ver la cara de pendejo– le reclama.

– Ya, basta– lo mira– Conversaremos las cosas, pero no ahora. Tengo trabajo, déjame terminar con el tema de la fundación y hablaremos tranquilamente sobre esto.

– ¿Qué tema de la fundación?

– Es que mañana debo dar una charla ahí.

– ¿Ves? ¡Ya no me dices nada Altagracia!

Martín sale hecho furia de la habitación y la doña cierra los ojos al oír el portazo que da. Sabía que tenía que hablar con su esposo de todo lo que estaba ocurriendo. Quería pedirle el divorcio cuanto antes, pero también tenía muy claro que se le vendría un día muy duro para ella, por lo que quería salir de eso antes de buscarse otro problema.

Continúa buscando su ropa cuando escucha su teléfono sonar. Se acerca para tomarlo y ve el nombre de José Luis en la pantalla. Sonríe al ver que la llamaba y finalmente le contesta.

– Señor Navarrete ¿qué hace llamándome cuando debería estar yendo a trabajar?– le dice riendo.

Te voy a mandar una dirección. Necesito que vengas. No te vistas para ir a la empresa, no es necesario.

– Pero José Luis, tenemos que trabajar.

No importa.

– ¿Como que no importa?– ríe.

Hay algo que quiero mostrarte, solo ven ¿si?

– Ok, ok– ríe– Mándame la dirección e iré.

Gracias hermosa. Te espero.

Pocos segundos después le llega un mensaje de José Luis con una dirección y un mensaje corto.

No olvides venir cómoda. Te amo.

La doña sonríe al ver lo loco que estaba José Luis, pero le encantaba. La sacaba constantemente de su zona de confort haciéndole cometer una locura tras otra. Finalmente toma unos jeans y un top para salir "cómoda".

Sale de la casa sin ver a Martín cerca y toma la camioneta para ir donde José Luis. Llega luego de media hora a un edificio que según el GPS ahí se encontraba el. Estaciona el coche afuera y ve al empresario esperándola en la entrada. 

Infielmente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora