Capítulo 47: Los vio

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Mónica quería sacarse unas fotos con Saúl en la piscina, pero ninguno de los dos había llevado su teléfono a la alberca, por lo que sale ella en busca de los celulares a la habitación. Cuando está por llegar al pasillo, ve a Eleonora escondida detrás de la pared observando algo de una manera sospechosa. Se acerca a ella y decirse hablarle.

– ¿Eleonora?

Los empresarios al oír el nombre de la esposa de José Luis, se detienen. El abre rápidamente la puerta de la habitación donde habían pasado la noche juntos y se mete con ella adentro.

– ¿Qué haces aquí?– le pregunta Mónica haciéndola reaccionar y ve sus ojos llenos de lágrimas a punto de salir.

– Vine a ver si tú mamá necesitaba ayuda con algo.

– ¿Mi mamá?

– Si, se vino a poner traje de baño pero como tardaba me empecé a preocupar.

– Ah bueno, no te preocupes, yo me encargo– le sonríe.

– Bueno, yo vuelvo a la alberca entonces.

La joven encontró muy sospechosa la situación, por lo que quiso asegurarse bien y se acercó a la puerta de la habitación que quedaba frente a la suya. Toca la puerta.

– No abras– le dice Altagracia.

– Puede ser Eleonora...– le responde aún apoyándola contra la pared que daba hacia el pasillo.

– Si...– lo mira preocupada.

– José Luis– le dice lo más bajo posible al otro lado de la puerta– sé que están ahí.

– Es Mónica– le dice Altagracia en voz baja.

José Luis le abre un poco la puerta y saca su cabeza para hablarle. No quería que lo viera así, ya que su bendita madre le había dejado una erección muy difícil de ocultar.

– Mónica...– le sonríe.

– ¿Mi mamá está ahí?

– Eem...

– Eso es un si. Dile que luego quiero hablar con ella. Y tú cuídate que tú mujer los va a sorprender en cualquier momento.

– Ok, tendré cuidado.

– Ay Dios– rueda los ojos y se larga a su habitación.

El moreno cierra inmediatamente la puerta y vuelve a tomar de la cintura a Altagracia.

– Déjame ir a hablar con mi hija– le dice intentando soltarse de su agarre.

– Luego vas– le besa el cuello– Déjame aprovechar estos minutos, será cortito ¿Si?

– Ay José Luis– ríe– Tu no tienes remedio.

– Es que mira como me tienes– dice haciendo referencia a su erección.

– Eso lo podemos solucionar...– se muerde el labio y baja lentamente con su mano hasta su miembro.

– Soy todo tuyo hermosa– dice dejando que ella lo acaricie.

La doña frota su mano contra su miembro sobre la tela del traje de baño y va sintiendo como cada roce provoca que se endurezca más. Libera luego su virilidad y con su mano derecha comienza a hacer movimientos por toda su longitud mientras va dejando besos en el cuello y pecho del empresario. José Luis gime levemente ante sus caricias, pero Altagracia quería darle aún más placer. Baja lentamente basta ponerse de rodillas ante él. Y si tocar con sus manos su masculinidad, Altagracia mete la punta del glande en su boca. El la observa y siente como la humedad de su boca se apodera de todo su largo sin apresurarse.

Infielmente TuyaWhere stories live. Discover now