Capítulo 40: Feliz cumpleaños, José Luis

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Un día viernes completamente soleado. Altagracia y Martín ya se dirigían a la hacienda, y detrás de ellos iban Saúl y Mónica. Un par de horas después estaban llegando al lugar. Estaba casi igual a como ella la había dejado, al menos por fuera.

Eleonora sale a recibirlos de inmediato y los lleva hasta el jardín, dónde se encontraban alrededor de 20 personas más. Algunos ya conocían algo a Altagracia. Todos comienzan a saludar a los demás invitados, pero cuando la doña se gira, ve a José Luis afirmado en el umbral de la puerta observándola. Se acerca hasta él con una sensualidad que a José Luis lo volvía loco.

– Feliz cumpleaños, José Luis– lo abraza y le da un beso en el cuello.

– Gracias por estar conmigo– le dice al oído.

– No podía perderme tu cumpleaños, amor– le sonríe.

– ¡José Luis!– dice Saúl acercándose con Mónica.

– Saúl, Mónica– les sonríe y suelta a Altagracia.

– Feliz cumpleaños hombre– lo abraza.

– Gracias Saúl.

– Feliz cumpleaños José Luis– ahora quien lo abraza es Mónica.

– Oigan, no queremos aguarles la fiesta, pero tengan cuidado– dice Mónica– Si están muy pegados los van a sorprender– ríe.

– Voy a seguir tu consejo muchacha– ríe.

– Amigo mío, ahí estabas– dice Martín acercándose– Feliz cumpleaños José Luis– lo abraza.

– Gracias, en serio gracias por estar conmigo estos días– mira a Altagracia– Bueno, vamos a compartir con el resto, sino dirán que soy un amargado.

Ríen al oírlo hablar así. Al parecer José Luis no disfrutaba mucho el compartir con esas personas, pero todo lo organizaba Eleonora y el solo había aceptado para tener a estas personas que le alegraban la vida, sobretodo a su voluptuosa rubia.

Luego de almorzar con todos, llega la hora de tomar el sol. Altagracia se quita el top y la maxi falda que llevaba puesta dejando ver así su escultural figura. José Luis la observa y queda embobado con su cuerpo. Lo conocía al revés y al derecho, pero jamás dejaba de sorprenderlo, solo que esta vez, el no era el único sorprendido. El resto de los hombres del lugar quedaron pegados en su cuerpo, y las mujeres lanzándole las miradas llenas de envidia. Ella, por supuesto, ignoró todo eso. De alguna manera estaba acostumbrada a esa clase de situaciones. Se acuesta de espaldas sobre la reposera y se dedica a tomar el sol.

Luego de unos minutos, el resto estaba dentro de la piscina o bebiendo por el lugar, sin embargo, José Luis se había quedado en al reposera del lado. Quería tenerla cerca, ella era su mejor regalo. Altagracia abre los ojos y lo ve a su lado, con el torso desnudo y algo quemado por el sol. Se detiene a observarlo un momento. Le encantaba lo masculino que era su moreno. Amaba el vello de su pecho y lo gruesos que eran sus brazos. De pronto, José Luis abre los ojos, se tapa un poco el rostro con las manos y la mira.

 De pronto, José Luis abre los ojos, se tapa un poco el rostro con las manos y la mira

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